SAN BENITO Y LAS ELECCIONES
EUROPEAS
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@pazsantos.com
MADRID.
ECLESALIA,
22/05/14.- Algún lector o lectora se habrá retirado nada más leer
el título. No le guardo rencor. San Benito, más allá del “Ora et labora”, es desconocido en un
ámbito que no sea monástico o muy especializado; y de las elecciones europeas ya
vamos más que sobrados desde que empezó la campaña electoral.
La desgana política nos invade y sin
embargo no debemos renegar de la política; el ser humano es un ser político –ya
lo decían los antiguos- y como tal no puede inhibirse de algo que repercute
tanto en la vida diaria. Pero estamos tan hartos, tan decepcionados y esperamos
tan poco de la clase política estabilizada y anquilosada, sea del país que sea,
y de la ideología del color que se pinte, que la primera intención es huir
cuando se plantean temas relacionados con la política.
San Benito allá en el siglo V,
escribió una Regla para los monjes. Desde entonces, a lo largo de tantos siglos,
miles de comunidades monásticas han vivido desgranado la sabiduría que San
Benito les dejó por escrito: unas veces para seguirla al pie de la letra, otras
para desviarse y deslizarse por caminos que les alejaban de su espíritu; y
siempre de vuelta, rectificando y volviendo a las fuentes.
La Regla de San Benito, según mi
humilde criterio, es un Tratado sobre el
Sentido Común, que en todas las épocas es el menos común de los sentidos, y
la sabiduría que destila no es sólo para monjes y monjas, sino para seres
humanos organizados en comunidades, grupos, sociedades, países,
familias…
Estamos en ambiente de elecciones,
esta vez al Parlamento Europeo, y casualmente, hace unos pocos días, leí lo que
dice San Benito sobre la elección del cillerero (RB 31), oficio o servicio
monástico de gran importancia: es el encargado de administrar los bienes
materiales del monasterio.
Así describe San Benito las
actitudes y aptitudes del electo cillerero: “Se elegirá de entre la comunidad uno que sea sensato, de buenas
costumbres, sobrio, de no mucho comer, ni altivo, ni perturbador, ni injusto, ni
torpe, ni derrochador, sino temeroso de Dios, que sea como un padre para toda la
comunidad. Estará al cuidado de todo. No hará nada sin orden del abad. Cumplirá
lo mandado. No contristará a los hermanos; si por ventura algún hermano le pide
una cosa poco razonable, no le contriste despreciándole, sino que dándole razón
de ello con humildad, la niegue a quien se la pide
indebidamente.”
¿Es o no de sentido común elegir a alguien con estas cualidades y
rectitud de mente y corazón para llevar a buen fin la vida de la comunidad y de
los que se acercan a su casa, como son los pobres, los huéspedes, etc.? Y
también es de sentido común no dejar que se le olvide una vez elegido para esa
misión, por eso está bajo una autoridad.
¡Así querríamos que fueran los
candidatos a representarnos en las elecciones europeas!, fue mi primer
pensamiento después de leer lo del cillerero y tras abrir los sobres de dos
partidos de diferente color (aunque del todo desteñidos) que me invitan a darle
mi voto en las elecciones al Parlamento Europeo.
Querríamos políticos que mostraran
austeridad en su vida y capacidad de lucha contra las injusticias, incluidas las
de sus propios partidos; que las luchas por el poder se transformaran en lucha
por conseguir mejoras para todos. Que no se dejaran atar de pies y manos por el
poder económico-financiero que les convierte en guiñoles. Que entiendan que no
habrá verdadera democracia mientras la corrupción y los paraísos fiscales sigan
siendo células cancerígenas en el cuerpo de Europa. Que cada sillón en el
Parlamento sea una plataforma de reivindicación por una Europa más justa donde
quepamos todos y sepamos acoger y compartir con otros.
Por si alguien no lo sabe, San
Benito es Patrón de Europa.
Y para finalizar, estas palabras en
clave de oración, que no son mías, sino de uno que tiene un alto sentido común y
mucho amor:
“Pido a Dios que crezca el número de
políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a
sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo!...
¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela la sociedad, el
pueblo, la vida de los pobres!
Gracias, Papa Francisco, se nota que
te bajaste de la limusina y caminas con tus zapatos de siempre.
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