dimecres, 31 de maig del 2017

Una trobada papal amb molt de treball...



 
ENCUENTRO LABORAL DEL PAPA FRANCISCO EN LA ACERERÍA ITALIANA DE ILVA (GÉNOVA)
27 de mayo de 2017


Quien despide y deslocaliza para tener más ganancias no es un buen empresario, es más no es un empresario sino un especulador. Lo dijo Francisco durante su primer discurso en Génova, en un padellón de la acerería italiana Ilva. Los empleados en la actualidad son 1550 (hasta hace algunos años eran más de 3000), y cuatrocientos de ellos reciben salarios recortados. El desafío que el sector de la siderurgia debe afrontar es el de mantener y conquistar nuevas cuotas de mercado, pero tratando de que la producción de acero sea compatible con el medio ambiente. En este ámbito se están obteniendo algunos resultados. La clausura de uno de los mayores hornos ha permitido que la producción sea sostenible desde el punto de vista ambiental. Pero se necesitan más inversiones para completar la fase de limpieza de la estructura. 



El empresario Ferdinando Garrè, del Distrito Reparaciones Navales, le pidió al Papa una palabra «que nos consuele y nos anime frente a los obstáculos con los que nos topamos nosotros los empresarios todos los días».  



Papa Francisco:  Bienvenidos a todos. Es la primera vez que vengo a Génova, y estar tan cerca del puerto me recuerda de dónde salió mi papá, y esto me emociona, una gran emoción. Gracias por su acogida. Yo conocía las preguntas y he escrito algunas ideas para responder y también, con la pluma en la mano, para tomar alguna cosa que se me ocurra en el momento para responder. Pero estas preguntas sobre el mundo del trabajo, quise pensarlas bien, para responder bien, porque hoy el trabajo está en peligro. Es un mundo en el que el trabajo no se considera con la dignidad que tiene y que da. Por esto, responderé con las cosas en las que he pensado, algunas que voy a decir en un momento. Hago una premisa una premisa. La premisa es: ¡el mundo del trabajo es una prioridad humana! Y, por lo tanto, es una prioridad cristiana, una prioridad nuestra, y también una prioridad del Papa, porque está en ese primer mandamiento que Dios dio a Adán («Ve, haz que crezca la tierra, trabaja la tierra, domínala»). Siempre ha existido una amistad entre la Iglesia y el trabajo, a partir de Jesús, trabajador, en donde hay un trabajador ahí está el interés y el amor del Señor y de la Iglesia. Creo que es claro. Es muy bella esta pregunta que viene de un empresario, de un ingeniero; en su manera de hablar de la empresa surgen las típicas virtudes del empresario. Como esta pregunta la hace un empresario, hablaremos de ellos. La creatividad, el amor por la propia empresa la pasión y el orgullo por la obra de las manos suyas y de los trabajadores, el empresario es una figura fundamental de una buena economía. No hay buena economía sin buenos empresarios. Sin su capacidad de crear, crear trabajo, crear productos, en sus palabras se siente también el afecto por la ciudad. Y se entiende esto. Por su economía, por la calidad de las personas, de los trabajadores y también por el ambiente, el mar. Es importante reconocer la virtud de los trabajadores y de las trabajadoras . Su necesidad de trabajadores y trabajadoras de hacer el trabajo bien, porque hay que hacerlo bien. A veces se piensa que uno trabaja bien solo porque se le paga. Esta es una grave desestimación del trabajo y del trabajador. Porque niega la dignidad del trabajo, que comienza justamente con trabajar bien, por dignidad, por honor. El verdadero empresario, trataré de trazar el perfil del buen empresario: conoce a sus trabajadores, porque trabaja a su lado, con ellos, no nos olvidemos de que el empresario debe ser antes que nada un trabajador. Si él no tiene esta experiencia de la dignidad del trabajo, ¡no será un buen empresario! Comparte las fatigas de los trabajadores y comparte las alegrías del trabajo,de resolver juntos problemas, de crear algo juntos. Cuando debe despedir a alguien es siempre una decisión dolorosa y no lo haría si pudiera. Ningún buen empresario ama despedir a su gente. No. Quien piense resolver el problema de su empresa despidiendo gente, no es un buen empresario, es un comerciante. Hoy vende a su gente, mañana vende la dignidad propia. Sufre siempre y a veces de este sufrimiento nacen nuevas ideas para evitar el despido. Este es el buen empresario. Yo me acuerdo... hace un año, un poco menos, en la Misa de Santa Marta, a las 7 de la mañana (a la salida yo saludo a la gente que está ahí), y se acercó un hombre que lloraba: «Vine a pedirle una gracia, yo estoy al límite y tengo que hacer una declaración de bancarrota y esto significaría despedir a unos 60 trabajadores, y no quiero, porque siento que me despido a mí mismo». Y ese hombre lloraba, ese es un buen empresario. Luchaba y rezaba por su gente, porque era suya, “mi familia”, ¿no? Se unieron. Una enfermedad de la economía es la progresiva transformación de los empresarios en especuladores. El empresario no debe ser confundido con el especulador, son dos tipos diferentes. El especulador es una figura semejante a la que Jesús en el evangelio llama mercenario para contraponerlo al buen pastor. No ama su empresa, a sus trabajadores, sino que los ve solo como medios para obtener ganancias usa la empresa y a los trabajadores para obtener ganancias. Despedir, cerrar, mover la empresa no les crean ningún problema, porque el especulador usa intrumentaliza, come personas y medios por sus objetivos de ganancia. Cuando la economía está habitada, en cambio, por buenos empresarios, las empresas son amigas de la gente y también de los pobres. Cuando pasa a las manos de los especuladores, todo se arruina, con él pierde rostro y pierde los rostros, es una economía sin rostros. Una economía abstracta. Detrás de las decisiones del especulador no hay personas, y entonces no se ven las personas que hay que despedir, que recortar, cuando la economía pierde el contacto con los rostros de las personas concretas se convierte en una economía sin rostro y por lo tanto en una economía despiadada.  



Hay que temer a los especuladores no a los empresarios. Hay muchos buenos. Hay que temer a los especuladores, pero, paradójicamente, el sistema político parece animar a los que especulan sopre el trabajo y no a quienes invierten en el trabajo ¿Por qué? Porque crea burocracia y controles partiendo de la hipótesis de que los creadores de la economía son espelculadores y los que no lo son no tienen ventajas. Se sabe que reglamentos y leyes pensados para los deshonestos acaban penalizando a los honestos. Y hoy hay muchos verdaderos empresarios, honestos que aman a sus trabajadores, a la empresa que trabajan a su lado para sacar adelante la empresa, y estos son los más golpeados por estas políticas que favorecen a los especuladores. Pero los empresarios honestos y virtuosos salen adelante a pesar de todo. Me gusta citar una bella frase de Luidi Einaudi, economista y Presidente de la República Italiana. Escribió: «Miles, millones de individuos producen y trabajan y ahorran, a pesar de todo lo que nosotros podamos inventar para molestarlos, obstaculizarlos, desanimarlos. Es la vocación natural que los impulsa; no solo la sed de dinero. El gusto, el orgullo de ver a la propia empresa prosperar, adquirir crédito, constituyen un resorte de progreso tan potente como las ganancias. Si no fuera así, no se explicaría cómo existen empresarios que en la propia empresa prodigan todas sus energías e invierten todos sus capitales para tener utilidades a menudo mucho más modestas de las que podrían segura y cómodamente tener con otros usos». Le agradezco por lo que usted dijo, porque usted es un representante de estos empresarios, y estén atentos, ustedes empresarios, y también los trabajadores, cuidado con los especuladores, y también con las reglas y con las leyes que al final favorecen a los especuladores y no a los verdaderos empresarios y al final dejan a la gente sin trabajo.  



Micaela, representante sindical, habló sobre la nueva frontera tecnológica y sobre el temor de que, en lugar de crear nuevos empleos, pueda crear precariedad y malestar social: «Hoy –dijo– la verdadera revolución sería precisamente la de transformar la palabra “trabajo” en una forma concreta de rescate social».  



Papa Francisco: Me viene a la mente un juego de palabras: tú acabaste con “rescate social”, y yo diría “chantaje social” (el juego de palabras es con los vocablos italianos “riscatto” y “ricatto”, ndr.). Lo que ahora digo es una cosa real, que sucedió hace un año en Italia. Había una cola de gente desempleada para encontrar trabajo, un trabajo interesante, de oficina. La chica que me lo contó, una chica culta, hablaba algunas lenguas (que era importante para ese puesto)… Le dijeron: «Sí, pero serán entre 10 y 11 horas al día». Ella dijo que sí, inmediatamente, porque lo necesitaba: «Empezamos con 800 euros al mes». Y ella dijo: «¿Solo 800 euros por 11 horas?». Y el especulador: «Señorita, vea usted la cola; si no le gusta, váyase». Este no es un rescate, ¡este es un chantaje! El trabajo en negro: otra persona me contó que trabajó se septiembre a junio. Y luego lo despidieron en junio y lo volvieron a contratar en septiembre. Y así se juega, el trabajo en negro. El diálogo en los lugares de trabajo no son menos importantes de los que se hacen en las parroquias o en las solemnes salas de congresos, los lugares de la Iglesia son los lugares de la vida. Alguno podría decir: «¡Qué viene a decirnos este cura, que se vaya a su parroquia!». No, todos somos el pueblo de Dios. Muchos de los encuentros entre Dios y los hombres sobre los que nos hablan la Biblia y los Evangelios se dieron mientras las personas trabajaban. Los primeros discípulos de Jesús eran pescadores y fueron llamados justamente mientras estaban trabajando a orillas del lago. La falta de trabajo es mucho más que no tener una fuente de ingresos para poder vivir. El trabajo también es esto, pero es mucho más: trabajando nos volvemos más persona, nuestra humanidad florece, la Doctrina social de la Iglesia siempre ha visto el trabajo como participación en la creación que continúa gracias a las manos, a la mente y al corazón de los trabajadores. Sobre la tierra hay pocas alegrías más grandes que las que experimentamos trabajando. Así como hay pocos dolores más grandes de cuando el trabajo aplasta, humilla, mata. El trabajo es amigo del hombre y el hombre es amigo del trabajo. Con el trabajo, los hombres y las mujeres son ungidos de dignidad.  



Alrededor del trabajo se edifica todo el pacto social; cuando no se trabaja, se trabaja mal o poco es la democracia la que entra en crisis, todo el pacto social entra en crisis. Y también es este el sentido del primer artículo de la Constitución italiana: «Italia es una república fundada sobre el trabajo». ¡Podemos decir que quitarle el trabajo a la gente o explotar a la gente con trabajo indigno o mal pagado es anticonstitucional, según este artículo! Si no estuviera fundada sobre el trabajo, la República italiana no sería una democracia, porque el lugar del trabajo siempre lo han ocupado los privilegios, las castas, las ganancias. Hay que ver las transformaciones tecnológicas y no resignarse a la ideología que imagina un mundo en el que tal vez la mitad o dos terceras partes de los trabajadores trabajen y los demás sean mantenidos con un pago social. Debe quedar claro que el objetivo social que hay que alcanzar no es el rédito para todos, sino el trabajo para todos. Porque sin trabajo para todos no habrá dignidad para todos. El trabajo de hoy y de mañana serán diferentes, tal vez muy diferentes, pensemos en la revolución industrial. Habrá una revolución, ¡pero tendrá que ser trabajo, no pensión! ¡No pensionados; trabajo! Uno se jubila a la edad justa, es un acto de justicia, pero es contra la dignidad de las personas jubilarlas a 35-40 años, con un pago del Estado. ¡Y te las arreglas! ¿Tengo qué comer? Sí. ¿Tengo dignidad? No, porque no tengo trabajo. Sin el trabajo no se puede sobrevivir, porque para vivir se necesita el trabajo y la decisión es entre sobrevivir y vivir. Y se necesita trabajo para todos, para los jóvenes. ¿Ustedes saben el porcentaje de jóvenes de 25 años para abajo sin empleo en Italia? No lo diré, busquen las estadísticas. Pero esta es una hipoteca del futuro, porque estos jóvenes crecen sin dignidad, porque no están unidos por el trabajo, que da dignidad. Es el núcleo de la cuestión. Un pago estatal, mensual, con el que saques adelante a la familia, no resuelve el problema. El problema debe ser resuelto con el trabajo para todos. 





Al final, Victoria, una desempelada, le explicó al Papa que los desempelados sienten que las instituciones «no solo están lejos», sino que son «madrastras» más ocupadas «en un asistencialismo pasivo que en crear las condiciones que favorecen el trabajo… ¿En dónde podemos encontrar la fuerza para no tirar nunca la toalla?».  



Papa Francisco: Precisamente así, quien pierde el trabajo y no logra encontrar otro siente que pierde la dignidad. Como los que se ven obligados a aceptar trabajos malos y equivocados. Todavía existen trabajos malos y equivocados en el tráfico de armas, en la pornografía, en los juegos de azar y en todas las empresas que no respetan ni a los trabajadores ni el medio ambiente, como los que reciben mucho dinero para que el trabajo ocupe toda la vida, sin horarios. Una paradoja de nuestras sociedades es la presencia de una cuota de personas que quisieran trabajar pero no pueden, o los otros que quisieran trabajar menos, pero no lo logran porque han sido comprados por las empresas. El trabajo se convierte en un hermano cuando a su lado está la fiesta, el tiempo libre. Sin esto, solo se vuelve trabajo esclavizante, aunque esté muy bien pagado. En las familias en las que hay desempleados nunca hay un domingo verdadero, porque falta el trabajo del lunes. Para celebrar la fiesta es necesario poder celebrar el trabajo, van de la mano, uno marca el tiempo del otro. El consumo es un ídolo de nuestro tiempo, es el consumo el centro de nuestra sociedad y después el placer. Hoy existen los nuevos templos abiertos 24 horas, que prometen la salvación, puntos de puro consumo y de puro placer. El trabajo es fatiga, es sudor, cuando una sociedad hedonista ve y quiere solo el consumo, no comprende el valor de la fatiga ni del sudor, no comprende el trabajo. Todas las idolatrías son experiencias de puro consumo. Sin volver a encontrar una cultura que estima la fatiga y el sudor, no volveremos a encontrar una nueva relación con el trabajo y seguiremos soñando el consumo del puro placer. El trabajo es el centro de todo pacto social, no un medio para poder consumir. Entre el trabajo y el consumo hay muchas cosas, importantes y bellas: libertad, honor, dignidad, derechos de todos. Si malbaratamos el trabajo al consumo, también malbarataremos estas palabras hermanas.  



Muchas de las oraciones más bellas de nuestros padres y abuelos eran oraciones del trabajo, recitadas antes, durante y después del trabajo. El trabajo está presente todos los días, en la eucaristía cuyos dones son fruto de la tierra y del trabajo del hombre. Los campos, el mar, las fábricas, siempre han sido altares desde los que se han elevado oraciones bellas y puras, que Dios ha reunido y recibido, recitadas, pero también dichas con las manos, con el sudor, con la fatiga del trabajo de los que no sabían rezar con la boca. Dios acogió todas estas, y sigue acogiéndolas también hoy. Por ello, quisiera concluir con una oración: el ven Espíritu Santo: «Mándanos un rayo de luz, ven, Padre de los pobres, de los trabajadores y de las trabajadoras». 

diumenge, 28 de maig del 2017

Un article molt lúcid



 Resultat d'imatges de terrorismo islamico

ATACAR LAS CAUSAS DEL TERRORISMO

MANUEL CASTELLS
27/05/2017 01:14 | Actualizado a 27/05/2017 03:54Lea la versión en catalán

Enmudece la voz, se agotan las palabras, las lágrimas se secan, el horror anida en nuestra vivencia y se hace imagen rutinaria sin que, aparentemente, podamos detener ese vértigo de destrucción que nos conduce a la negación de lo humano. O tal vez a la supremacía de esa humanidad destructora que todos llevamos dentro. Y sin embargo, sabemos todo. Sabemos quiénes se hacen terroristas y por qué. Sabemos cómo lo hacen. Y sabemos que la necesaria represión policial y las innecesarias guerras de exterminio alimentan la espiral de odio y violencia en todos los ámbitos de nuestras vidas. Y es que nuestra práctica institucional utiliza lo que sabemos para fines que tienen poco que ver con atajar el terrorismo.
Por ejemplo, para ganar elecciones mediante la exacerbación de xenofobia e islamofobia. Como ha hecho Trump e intentó Le Pen. O para controlar el petróleo de Oriente Medio. Como hicieron Bush, Blair y Aznar invadiendo Irak y desestabilizando el país para siempre, mediante la mentira de las armas de destrucción masiva. O para destruir la convivencia abriendo vías al autoritarismo. Como hizo Putin cuando asumió el poder en medio de la emoción de un atentado mortífero en Moscú atribuido espuriamente a chechenos.
Pero ¿qué es lo que sabemos exactamente, tras dos décadas de terrorismo islámico?
Los terroristas son jóvenes musulmanes radicalizados, que rechazan los valores dominantes de la sociedad en que viven, se solidarizan con sus correligionarios en Oriente Medio y se sienten parte de un movimiento global para defender al islam. La inmensa mayoría de los terroristas en Europa son europeos, nacidos y criados en nuestros países y ciudadanos de su país. Pero son una ínfima minoría de la comunidad musulmana. Los 19 millones de musulmanes que viven en la Unión Europea (1,6 millones en España) en su inmensa mayoría condenan el terrorismo, siguen las normas de convivencia y simplemente piden respeto a sus valores y tradiciones. Solamente unos mil han sido detenidos por posible radicalización. Y hay que recordar que el peor terrorismo islámico ocurre en países musulmanes. Ha habido cien veces más víctimas musulmanas que víctimas cristianas. Aun así, el pavor que suscita el terrorismo indiscriminado está teniendo un efecto profundo en nuestro modo de vida. El miedo cotidiano corroe la convivencia. Y aunque los radicalizados sean una ínfima minoría, aumentan en cantidad y en velocidad de su radicalización, a partir de la conexión creciente entre Oriente Medio y lo que sucede en Europa.
La adhesión al Estado Islámico es más mental que organizativa. La imagen de columnas de combatientes avanzando en Irak y Siria y derrotando a ejércitos apoyados por los poderes mundiales suscita el entusiasmo de los jóvenes que buscan en el proyecto purificador del yihadismo, incluido el martirio, el sentido de una vida que se les escapa, faltos de integración cultural en las sociedades europeas.
Aunque busquemos conexiones organizativas porque nuestra policía está entrenada para esto, las bombas se fabrican en casa, aprendiendo por internet o con consejos y materiales facilitados por redes clandestinas que han ido formándose a lo largo del tiempo. Redes que se reconfiguran constantemente en función de un ideal que se reproduce bajo distintas siglas, de Al Qaeda al Estado Islámico. Mientras las fuentes de radicalización aquí y de guerras diversas allí no se eliminen, no habrá policía capaz de impedir que un camión se precipite en un paseo o que un asesino con un cuchillo degüelle a inocentes o que una bomba de clavos con una carga de productos químicos domésticos mate y mutile a niños en la alegría de un concierto. Pero como algo hay que hacer y lo más fácil es hacer lo de siempre, poco a poco entramos en una vida dominada por el miedo en que el espacio público pasa a ser militarizado. Si la acción policial no es suficiente, aun apoyada por el ejército, ¿cómo prevenir la destrucción y la muerte? Se habla de integración de las comunidades musulmanas. Pero ello requiere una voluntad política, apoyada por la ciudadanía, que implica una tolerancia cultural y social profunda, que se contradice con la hostilidad creciente después de cada atentado. La crisis educativa y laboral de los jóvenes musulmanes discriminados requeriría darles una prioridad que los ciudadanos rechazan. Y el sentimiento de humillación y marginación que muchos sienten no se apacigua con buenas palabras.
Por otro lado, la anulación de la referencia simbólica en Medio Oriente exigiría una victoria militar que buscan Trump y Putin en este momento, pero que es improbable porque llevaría a nuevas invasiones y más gastos en vidas y dinero que los ciudadanos occidentales no están dispuestos a aceptar: “Que se maten entre ellos”, es la actitud general. Y las medidas más eficaces contra el EI no se contemplan. En concreto, se supone que el reino y los emiratos de la península Arábiga financian indirectamente las huestes islámicas (por eso no sufren ataques), pero son aliados esenciales de Estados Unidos que no se pueden tocar.
En esas condiciones, algunos dicen que “sólo nos queda rezar”. Pues no es mala idea, no sólo por el valor de la plegaria, sino como estrategia. Porque hacer una alianza de líderes religiosos cristianos y musulmanes por la paz y la vida puede ser más eficaz que las bombas con respecto de un movimiento de referencia religiosa, deslegitimando el terrorismo. En eso está desde hace un tiempo la Comunidad de Sant’Egidio, en colaboración con el papa Francisco y con su equivalente suní, el rector de la mezquita Al Azhar de El Cairo, adonde fue Francisco hace unas semanas. Sólo la paz de las mentes puede lograr la paz en el mundo. Porque todo lo demás está fracasando y arrastra en su fracaso nuestra forma de ser.

dimarts, 16 de maig del 2017

Festa de l'Acció de la JOC Nacional de Catalunya i les Illes 2017

Un any més, la JOC convoca la Festa de l'Acció, trobada en què els i les joves del moviment celebren i reivindiquen la feina feta durant el curs al voltant de la campanya, que enguany respon a les discriminacions sota el lema: “Trenquem el mur de la desigualtat, construïm comunitat”.

Durant 2016 - 2017, la JOC ha centrat la seva mirada i acció en la situació de les persones que es veuen obligades a cercar refugi o asil a causa dels conflictes bèl·lics i la pobresa extrema que pateixen. Com a moviment, pretenen conscienciar la gent de l'entorn de les realitats d’aquestes persones, fer xarxa amb altres entitats de barri i treballar conjuntament per ajudar a millorar la seva situació, tot manifestant la disconformitat envers l’incompliment d’acolliment de persones que busquen refugi.

La Festa de l'Acció, entesa com un espai de sensibilització i d’informació, creat i dinamitzat per joves, se celebrarà el pròxim dissabte 27 de maig al Jardí de les Xemeneies a les 17h i té tres objectius generals: donar a conèixer les accions dutes per les cinc federacions al territori català; ser un moment de formació i sensibilització al volant de les migracions actuals i drets humans i per últim, reivindicar a través d'un acte simbòlic l'acolliment de les persones refugiades i sensibilitzar per «trencar els murs» que fomenten la desigualtat i la discriminació, així com de la construcció d’una comunitat intercultural basada en valors com el respecte, la solidaritat, l’equitat i la cooperació.

Us hi esperem!!!!!!!!!!!!!!