Carta al ministro del Interior sobre los
sucesos de Écija
09.08.1
Mi querido señor ministro: Acabo de oír por radio sus declaraciones a propósito de los sucesos en el supermercado de Écija. Reconoce Ud. que hay mucha gente que lo está pasando mal, pero arguye con el clásico axioma moral: el fin no justifica los medios.Como el ideario de su partido apela a “los principios del humanismo cristiano”, me permito recordarle que según esos principios no hubo en aquella acción ningún uso de medios moralmente ilegítimos (en su legalidad no entro ahora) Los principios del humanismo cristiano proclaman que “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” (in extrema necessitate omnia sunt communia). Porque “la distribución y apropiación de las cosas que procede del derecho humano no puede impedir que estas cosas remedien las necesidades de los hombres. Por eso todo lo que uno tiene de más lo debe a los pobres para su sustento. Y si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay que remediarla con lo primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera puede remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto; y esta acción no reviste carácter de robo ni de hurto”.
Mi querido señor ministro: Acabo de oír por radio sus declaraciones a propósito de los sucesos en el supermercado de Écija. Reconoce Ud. que hay mucha gente que lo está pasando mal, pero arguye con el clásico axioma moral: el fin no justifica los medios.Como el ideario de su partido apela a “los principios del humanismo cristiano”, me permito recordarle que según esos principios no hubo en aquella acción ningún uso de medios moralmente ilegítimos (en su legalidad no entro ahora) Los principios del humanismo cristiano proclaman que “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” (in extrema necessitate omnia sunt communia). Porque “la distribución y apropiación de las cosas que procede del derecho humano no puede impedir que estas cosas remedien las necesidades de los hombres. Por eso todo lo que uno tiene de más lo debe a los pobres para su sustento. Y si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay que remediarla con lo primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera puede remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto; y esta acción no reviste carácter de robo ni de hurto”.
Estas
palabras no son del alcalde de Marinaleda ni del innombrable Carlos Marx. Son
deSanto Tomás de Aquino, uno de los pilares de ese humanismo cristiano
al que Uds. dicen seguir. Y puede verlas en la Summa Theologica (2ª 2ªe,
cuestión 76).
A
ellas añadirá el cardenal Cayetano, gran comentador de Tomás, que
un juez puede distribuir entre los necesitados el dinero sobrante de los ricos.
Me pregunto, pues, si no están Uds. en el atolladero de aplicar la ley contra
unos principios que dicen regular el ideario de su partido, quedando como embusteros
ante la ciudadanía.
Entiendo
además que si Ud. esgrime ese principio de que el fin no justifica los medios,
se volverá inmediatamente contra toda la política de este gobierno: para
un fin de suyo legítimo y necesario como es rebajar nuestra deuda, ha recurrido
el gobierno a medios inmorales (temo que quizás también anticonstitucionales) como
son privar a mucha gente de derechos constitucionales, de los ingresos mínimos
indispensables, abocarlos al hambre, a la desesperación, a la falta de asistencia
médica indispensable, a tener que recurrir a unas Caritas ya desbordadas y a
quedarse sin vivienda después de un enorme esfuerzo y encima con una deuda
impagable para la que ni siquiera vale el principio lógico de la dación por
pago.
La
mayoría de los medios que han aplicado Uds. para saldar la deuda española son
inmorales y no se justifican por ese fin tan legítimo.
Hace
poco habló el presidente del Gobierno de posibles nuevos recortes en esa misma
dirección, para reunir 65.000 millones de euros imprescindibles. Su gobierno
debe saber que, en España, hay 16 personas que poseen ellas solitas
unas fortunas cercanas a los 60.000 millones. Sólo 16 personas entre más de
cuarenta millones de españoles. No creo pues que, a la luz del humanismo
cristiano, pueda caber duda de cuáles hubieran sido los medios legítimos.
Porque,
por otro lado, se repite ahora que todo el dinero que nos va a prestar
draconianamente la UE es “para tapar los agujeros de los Bancos”. Ya habíamos
oído mil veces que el problema de nuestra deuda era sobre todo de carácter
privado y no público; y ahora lo vemos confirmado al saber dónde van a ir esos
primeros 30.000 millones que esperamos recibir el mes que viene. Los
Bancos y sus agujeros han sido efectivamente los primeros causantes de nuestro
desastre actual (sin negar ahora otros factores exteriores a España).
Y
lo fueron porque, para un fin de legitimidad muy discutible (como era el
enriquecerse más y más) pusieron en juego medios absolutamente
ilegítimos, otorgando préstamos que sabían que no podían ser devueltos pero
de los que esperaban resarcirse con expropiaciones forzosas mucho más pingües
de lo que se expropió en el supermercado de Écija.
¿Sabe
Ud. cuántas viviendas inútiles son hoy propiedad de los Bancos? Un ministro del
interior debe conocer ese detalle. Como sabrá también que a bastantes gentes
ancianas y no muy letradas que tenían en Bankia unos ahorros
de seis mil o diez mil euros que constituían toda su fortuna, se las engañó
haciéndoles firmar un papel que “iba a ser su solución”, y se les convirtieron
los depósitos en acciones, robusteciendo al Banco y debilitándolas a ellas al
impedirles disponer de su dinero ahora que lo necesitan.
Si
Ud. está decidido a no permitir que para fines en sí legítimos se usen medios
ilegítimos, no dudo de que, antes que al alcalde de Marinaleda y su
grupo, llevará Ud. a los tribunales a una serie de banqueros de cuyo
nombre prefiero no acordarme para esperar a que los investigue la justicia.
O
mejor: déjeme decirle que dudo mucho de que Ud. se atreva a hacer eso
que sería tan justo: porque son esos Bancos quienes financian buena parte
de sus campañas electorales que, tal como están, son otro medio ilegítimo que
no queda justificado por el fin de ganar unas elecciones. Y, por supuesto, esto
último no vale sólo para su partido sino también para otros del Estado.
Puedo
equivocarme como todo ser humano. Pero siempre he tenido la impresión de que,
en su partido, suelen argumentar apelando a grandes principios universales
indiscutibles, pero que no se aplican al caso concreto que se discute. Y que
además suelen exigir a los demás lo que no se exigen a Uds. mismos.
Debo confesar que las declaraciones suyas que acabo de oír por radio, me
confirman una vez más en esa impresión.
Gracias
por haberme leído. Quedo de Ud. atentísimo
José Ignacio González Faus