dijous, 8 de desembre del 2016

Un comunicat per un treball decent

 

 

IGLESIA COMPROMETIDA POR EL TRABAJO DECENTE

Comunicado de las XXII JORNADAS GENERALES DE PASTORAL OBRERA

Convocados por el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, nos hemos reunido en Ávila, los días 19 y 20 de noviembre, delegados diocesanos, miembros de los Movimientos Apostólicos Obreros, y de equipos de Pastoral obrera, para celebrar las XXII Jornadas de Pastoral Obrera, bajo el lema IGLESIA COMPROMETIDA POR EL TRABAJO DECENTE, para dialogar, reflexionar, compartir experiencias, y abordar propuestas pastorales para seguir impulsando la tarea de ser y hacer visible una Iglesia comprometida por el trabajo decente.

En línea de continuidad con jornadas anteriores, hemos abordado este año la reflexión sobre la actual configuración del trabajo, que nos ha invitado a tomar conciencia de su realidad y hemos propuesto retos pastorales para la Iglesia española en el mundo del trabajo. Hemos presentado, igualmente, una propuesta de formación para los equipos de Pastoral obrera.

Hemos presentado, también, la iniciativa Iglesia unida por el trabajo decente, impulsada por un conjunto de organizaciones eclesiales, que ha hecho surgir una experiencia de trabajo eclesial a través de la cual se ha puesto de manifiesto la necesidad de seguir apoyando la justa reclamación y la necesaria consecución de un trabajo decente, en el sentido que el papa Benedicto XVI ya describió en Cáritas un veritate 63.
Como Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, seguimos haciendo nuestro el sufrimiento que la lógica de este sistema genera en las y los trabajadores y sus familias, a quienes vamos acompañando con misericordia. Desempleados de larga duración, jóvenes, mujeres, inmigrantes, trabajadores precarios… conforman el rostro sufriente del mundo obrero. Nuestro empeño de seguir acompañando con misericordia sus vidas ha de seguir siendo prioritario. Como dice el papa Francisco, para contrarrestar la desesperanza, la comunidad cristiana “se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias… y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo[1]

Es necesario, al término del año de la Misericordia, seguir uniendo misericordia y justicia, seguir denunciando la inmoralidad radical, la inhumanidad profunda con la que se organiza el sistema económico cuando no está al servicio de las personas, de sus necesidades humanas, especialmente de los más pobres. Seguimos clamando contra la lógica inmisericorde de un capitalismo sin entrañas, de un sistema económico que descarta a las personas y, como recuerda con insistencia el papa Francisco, priva radicalmente de dignidad a las personas cuando las priva de su humanidad, impidiéndoles realizar un trabajo decente. Uno de los graves problemas hoy, es que el empleo precario, sin derechos, mal pagado, sin que permita salir de la pobreza, se ha convertido en el empleo normal.

La economía, y la política, no están al servicio de las personas, y necesitamos una economía y una política profundamente humanas y humanizadoras. Reclamarlas, y trabajar para que vayan siendo posibles, son exigencias de las implicaciones políticas de nuestra fe cristiana. Hace milenios[2] la Iglesia y los profetas dijeron lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. “Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad.”

Nos sentimos nuevamente convocados a ser Iglesia comprometida por el trabajo decente, al servicio de nuestras hermanas y hermanos, de su intrínseca dignidad de hijos e hijas de Dios, que nos urge a trabajar con misericordia, por la justicia.

Seguimos invitando  a todas las instancias eclesiales a sentirse convocadas a un empeño continuo en favor del trabajo decente, y seguimos reclamando de los poderes públicos un empeño sincero por ir generando condiciones objetivas que lo hagan posible, poniendo en el centro de sus políticas económicas la prioridad del servicio a las personas, no al capital.

Nuestra esperanza en Jesucristo, Misericordia de Dios, nos sigue impulsando a una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor del mundo obrero, y en especial de los que más sufren.[3]

Ávila, 20 de noviembre de 2016.
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[1] EG 24
[2] Francisco. discurso en el III Encuentro de Movimientos Populares, 5 nov 2016
[3] ídem