Ante la vergonzante falta de humanidad que
está mostrando la UE con los refugiados y otros migrantes que llegan a sus
puertas—Europa, patria antes de los derechos y libertades, tierra de acogida y
de refugio— huyendo de la guerra y el hambre, de la persecución y la muerte;
ante el torrente de lágrimas que viene
regando desiertos desde el Sur y todos los caminos que conducen al mar,
Leviatán insaciable que se traga tantas ilusiones y nobles esperanzas;
ante la insensibilidad que manifiesta la
acomodada sociedad europea, vieja Dama de las Camelias, que se va despojando
con nostalgia de sus mejores encantos;
ante la dureza de su política oficial,
lacaya de un imperio frío y sin corazón, que saquea y roba, desertiza y mata
sin más consideración que el poder, la dominación y el dinero …
Ante el silencio cómplice de una sociedad
como la española, antes generosa y acogedora, que soporta la humillación de
estar abriendo de par en par sus puertas a los grandes capitales, sin
preguntarles por su origen e intenciones, pero que las cierra herméticamente ante
los exiliados de las guerras y los hambrientos por los expolios y saqueos; que
está perdiendo la memoria de lo que ella misma ha sido en el reciente pasado y
lo está siendo ahora en sus jóvenes y talentos…
Necesitamos otra vez la voz limpia de
Eduardo Galeano para poner “Patas arriba” la miseria de este momento;
necesitamos la palabra, rezumante de humanidad, de Jesús de Nazaret a las
mujeres de Jerusalén: “no lloréis por mí, llorad, más bien, por vosotras y por
vuestros hijos”… No lloréis por los 60 millones de refugiados que no
tienen lugar en la tierra que les pertenece; no lloréis por los 4 millones de
sirios desplazados por la guerra, ni por la diminuta ternura de ese niño que el
mar, avergonzado, ha devuelto a la costa turca…
No lloréis por los 2.000 subsaharianos
tragados por el Mare Nostrum en estos últimos años, ni por los 300.000 que han
llegado este año, con mafia o en patera, a los refugios y plazas de Europa y
que sobreviven entre la explotación, la indiferencia y el desprecio…
Ellos son parte del lado más frágil, pero
mayormente inocente y bueno, de nuestra deshumana humanidad. Si tenéis alguna
lágrima que llorar, llorad por esa otra parte de la sociedad de la abundancia,
insaciable y cómoda, insensible al dolor que ella misma provoca o ve en sus
semejantes.
Desde Redes Cristianas estamos
decididamente con los migrantes y exiliados y en contra de las políticas
europeas y nacionales, rácanas e insensibles, que humillan con su falta de
humanidad a la inmensa mayoría de la sociedad que gobiernan y que está antes
con las personas que con el dinero y el poder. Desde Redes Cristianas estamos
con las muchas asociaciones de voluntari@s que ponen su talento y su cuidado al
servicio de esta parte de humanidad ninguneada y excluida; apoyamos
gustosamente la iniciativa, liderada por Ada Colau —y a la que se están sumando
otras capitales y pueblos—, de crear una red de ciudades refugio que, desde la
ciudadanía, llegue a torcer las políticas humillantes de gobiernos sin corazón.