dimarts, 24 de març del 2015
Paraules de Monsenyor Òscar Romero un dia abans de ser assassinat quan celebrava la missa un 24 de març de 1980 ( i XXVIII)
"Yo quisiera hacer un llamamiento muy especial a los hombres del
ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la
policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a
sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un
hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: no matar. Ningún
soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una
ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su
conciencia y obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la
dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta
abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven
las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y
en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo
cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre
de Dios: ¡cese la represión!" (1980)
Paraules de Monsenyor Òscar (XXVII)
"La pobreza es una espiritualidad, es una actitud del cristiano, es una
disponibilidad del alma abierta a Dios. Por eso decía Puebla que los
pobres son una esperanza en América Latina, porque son los más
disponibles para recibir los dones de Dios. Por eso Cristo dice con
tanta emoción: ¡Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el
reino de Dios! Ustedes son los más capacitados para comprender lo que no
comprenden quienes están de rodillas ante los falsos ídolos y confían
en ellos. Ustedes, que no tienen esos ídolos, ustedes que no confían
porque no tienen el dinero o el poder, ustedes desvalidos de todo,
cuanto más pobres más dueños del reino de Dios, con tal que vivan de
verdad esta espiritualidad. Porque la pobreza que aquí dignifica
Jesucristo no es una pobreza simplemente material, no tener nada, y eso
es malo. Es una pobreza que toma conciencia, es una pobreza que acepta
la cruz y el sacrificio no con conformismo porque sabe que no es
voluntad de Dios. Pero sabe también que en la medida en que hace de su
pobreza una conciencia, una espiritualidad, una entrega, una
disponibilidad al Señor, se está haciendo santo y desde una santidad
sabrá ser el mejor liberador de su propio pueblo. La Iglesia está
forjando estos liberadores del pueblo. Ustedes cristianos, en la medida
en que su pobreza se convierta en espiritualidad, en esa medida también
ustedes son liberadores de nuestro pueblo." (1980)
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