A l'enterrament del dissabte passat li vaig llegir aquesta carta a l'Iker, un nen de quasi dos mesos.
Granollers, 5 de marzo de 2011
Querido Iker
Aunque no me conozcas te escribo este puñado de líneas de cercanía y fraternidad. Me siento muy unido a ti por esa lucha de casi dos meses de vida rasgada por la precariedad humana. Contigo me he preguntado, a pesar de que no te ha dado tiempo a pronunciar ningún tipo de palabras, qué significa todo esto. Yo, la verdad, por muy cura que sea, cuando me comunicaron la noticia de tu muerte algo por dentro se me rasgó. Ya me cuesta digerir cualquier muerte, pues te puedes imaginar la tuya tan tierna, tan delicada… Y sólo me puse a rezar por ti y, sobretodo, por tus padres. Me sentía tan impotente que casi rompo a llorar por las preguntas sin contestar desde mi limitación humana. Le dije a mi Amigo Jesús: “Ayúdame a tener las fuerzas suficientes para poder acompañar con respeto y discreción a esta pareja, por favor, te lo suplico”. He tenido la tentación de callarme pero, ¿cómo podía no decir nada de ti? Ya sabes que sería una falta de respeto a tu dignidad divina que llevas impregnada en todo tu ser. Y que llevamos todos y todas.
Es la primera vez que hago una ceremonia con un niño como tú. Eres especial no sólo por tus defectos desde el vientre de tu madre Sonia sino por las virtudes del hecho que habías nacido fruto del amor de tus padres. ¡Qué ganas tenían de tener un hijo! ¡Qué paciencia desde la confianza! ¡Qué bajadas y subidas, subidas y bajadas en el camino a realizar! Seguro que, a pesar de que ahora están rotos por el dolor, no perderán la esperanza para intentarlo de nuevo. En el fondo, estamos llamados a la vida por muchas zancadillas que nos dé el mal.
Sé que tus padres Sonia y Michel del barrio obrero de Bellavista te han arropado con el calor de su amor. Casi dos meses es un tiempo muy corto pero casi dos meses amando sin parar es muchísimo. Muchísimo, querido Iker. Es lo mismo que nos hace nuestro amigo Jesús, que ahora conocerás con más detalle junto a tu hermano y a tantos niños como mi hermana que no llegó a nacer. Él nos ama intensamente por lo que somos y no por lo que deberíamos de ser según nuestros planes. Y eso es lo más importante, lo esencial, lo imprescindible… aunque nos salga por dentro una rabia, un insulto, un grito de desesperación hacia Dios o a quien sea… Tan normal, porque somos de carne y hueso.
Ya me gustaría explicarte qué te vas a encontrar. Después de tanto estudiar libros y más libros he llegado a la conclusión que no sé nada. Sólo me queda el fiarme de las palabras de un hombre que creo que es expresión humana de Dios, Jesús de Nazaret, que rompe contra el muro de la muerte. Y que todos estamos llamados a participar con él. Sí, es una gran noticia de vida para siempre, aunque se quede escondida entre otras noticias. No me hagas más preguntas que estaríamos bastante tiempo respondiendo, balbuceando como un niño. Porque tendría que explicarte mi vida con las de tantas personas que han sufrido y vivido en la esperanza. Lo único que te puedo decir es que te encontrarás con Jesús en una situación diferente en Dios. Y eso me lo creo aunque de vez en cuando me tienten las dudas.
De mi corazón me sale un deseo. Abrazar a tus padres y en el silencio darles un beso de consuelo como muestra de mi ofrecimiento de cura de estar por casa.
De paso, mi pequeño Iker, quiero darte las gracias por haber nacido. No. No me interpretes mal. No por tu corta vida de aquella manera sino por el significado de tu presencia que ha hablado por si sola. No te he llegado a conocer pero tu madre Sonia y tu padre Michel es el testamento que nos has dejado para que ellos sigan escribiendo vida y más vida, aunque al principio les cueste.
Por último, o mejor dicho, por penúltimo, me brota una música de mi interior: “Dejad que los niños se acerquen a mí. Dejad que Iker venga a mí”. Ves, Iker, ves… No tengas miedo.
Un abrazo
Pepe, un cura de estar por casa