España cierra 2018 con la mayor creación de empleo en 12 años
La tasa de paro baja al 14,45%, la más reducida desde 2008, y el año acaba con 3,3 millones de desocupados
29 de enero de 2019
La economía española no crece como lo hacía, ya no lo hace por encima
del 3% anual. Y, en cambio, el mercado laboral español no parece
notarlo. Al menos, hasta finales del año pasado. En 2018 se crearon
566.200 empleos, el dato más alto al acabar un año desde 2006. Con este
dato, España tiene 19,56 millones de ocupados, según la encuesta de población activa (EPA). También del otro lado del mercado laboral, el paro, las cifras del INE
mostraron una evolución positiva y sorprendente: los desempleados
cayeron hasta los 3,3 millones. Esto se tradujo en una reducción de la
tasa de desempleo hasta el 14,45%. El aumento de las plantillas en la
Administración en los últimos tiempos ha contribuido a la sorpresa.
Por quinto año consecutivo, España ha vuelto a acabar un año con el
empleo al alza. Y sin perder fuerza, más bien al contrario, según lo
sucedido en el último trimestre de 2018. A diferencia de lo que había
sucedido en los dos años anteriores, se creó empleo. No fue mucho,
36.600 puestos de trabajo, pero sí el suficiente para que se tradujera
en una nueva aceleración de la recuperación laboral.
Este último dato es la prueba de que la evolución de mercado laboral
al acabar el año ha sido bastante mejor de lo esperado. “Mejor de lo
previsto” es una expresión que está en el título del comentario del
servicio de estudios de BBVA, que sitúa la sorpresa en la construcción y
en los servicios, un sector que “se comportó mejor de lo esperado”.
Lo continuado de la recuperación da para que también las cifras
desestacionalizadas —las que eliminan mediante fórmulas matemáticas los
efectos que tienen en los números brutos las temporadas turísticas o las
campañas agrícolas y comerciales— también encadenen muchos trimestres
de mejora: 21 en el caso de la evolución del empleo y 23 en el del paro.
Sin embargo, estos cinco años de recuperación no han sido suficientes
para devolver al mercado laboral español a las cifras previas a la
crisis. Justo coincidiendo con las turbulencias de las hipotecas
subprime, España superó los 20,7 millones de empleos. A partir de ahí
comenzó una caída que se convirtió en hundimiento con la quiebra de
Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Los 19,5 millones de ocupados,
la tasa de desempleo del 14,45% y los 3,3 millones de parados con los
que acabó 2018 son cifras sin parangón desde hace 10 años. Es decir, el
mercado laboral está escalando ahora el muro por el que se precipitó en
la zona cero de la Gran Recesión.
Uno de los elementos que ha sido decisivo en los últimos meses es la
marcha del sector público, que lleva varios trimestres contratando a un
mayor ritmo que en el sector privado. Y eso se ha notado especialmente
en el último trimestre. Las plantillas de las administraciones crecieron
en 43.400 funcionarios; por el contrario, el sector privado destruyó
6.900 puestos de trabajo.
Pero el incremento del empleo público no se traduce en una reducción
de las cifras de temporalidad en las Administraciones. Como destacó el
sindicato de funcionarios CSI-F, la temporalidad se situó en el 26,2%,
dato que le sirvió a la central para hablar de “récord”.
Esa cifra es ligeramente inferior a la del conjunto del mercado
laboral, al que no acaba de llegar el empleo de calidad en cantidades
suficientes como para diluir la sensación de precariedad que existe, y
se apoya en cifras como la de la temporalidad. El 26,9% de todos los
asalariados tienen un contrato con fecha de caducidad. Es cierto que
este porcentaje no supera el 30% con el que comenzó la crisis, pero su
aumento constante, en paralelo al empleo, demuestra que la crisis y la
recuperación no han traído un cambio de patrón al mercado laboral.
Este es uno de los aspectos que destacó el gabinete económico de CC
OO en su análisis de la última EPA de 2018. “España sigue encadenada a
un modelo productivo basado en los servicios de bajo valor añadido
(hostelería, comercio, servicios auxiliares)”, apunta, tras destacar que
en estas tres ramas hay aumentos de empleo superiores al 25% desde
mitad de 2013. Los economistas del sindicato también destacan que la
industria tiene un “peso reducido”, algo que se confirma con un
retroceso de 3.000 puestos de trabajo en el último año.
También apoya la tesis de la falta de empleo de calidad el repunte de
los trabajos a media jornada en el último trimestre. Llegó a 2,9
millones de ocupados con jornada parcial, de los que, además, 1,53
millones pueden calificarse como subempleados (aquellos que tienen un
empleo de media jornada porque no han encontrado uno a tiempo completo).
Lo mismo puede decirse del análisis de horas trabajadas de media por
cada trabajador. Según los números conocidos, cada semana del último
trimestre del año un ocupado trabajaba 33,9 horas. Justo hace 10 años,
esa cifra se situaba en 35,4 horas.
La larga crisis y su crudeza, especialmente entre 2008 y 2014, ha
dejado muchas heridas abiertas que cinco años después de que comenzara a
recuperarse el mercado laboral no han cicatrizado. Y todavía tardarán.
Entre los datos divulgados por el INE, hay dos que son un claro ejemplo
de esto: los hogares con todos sus miembros en paro y los hogares en los
que nadie percibe ingreso alguno.
Más de un millón de hogares con todos en paro
Los primeros bajaron hasta 1.053.400 a finales de 2018, según la
encuesta de población activa (EPA). Esta cifra es casi la mitad desde el
dato máximo de principios de 2013, cuando se superaron los dos
millones. No obstante, la mejora de este colectivo está siendo más lenta
que la recuperación del empleo: mientras que ya se han recuperado el
70% de los puestos de trabajo perdidos durante la Gran Recesión, la
reducción en esta categoría solo llega al 60% del incremento que se
observó en esos años.
Al hablar de los hogares en los que todos sus miembros están
desocupados, hay que tener en cuenta que esto no es sinónimo de que
nadie, ni siquiera uno de sus integrantes, tenga ingresos. En esas
familias puede haber pensionistas o personas que reciben ingresos por
otras fuentes como rentas de alquileres o dividendos de Bolsa. También
amortigua algo el problema, que 284.200 de estos hogares estén
compuestos por un único miembro.
Como en el caso del empleo y el paro, no será fácil mejorar las
cifras de la segunda mitad de 2008. La caída de Lehman Brothers
precipitó todo, se aceleró la destrucción de puestos de trabajo y de
forma inversamente proporcional aumentó a toda velocidad el desempleo.
Volver a la situación previa requeriría varios trimestres en los que la
recuperación laboral acelerara todavía más, algo muy improbable a tenor
de las previsiones económicas para 2019, que pronostican una moderación.
Donde sí que no entran ingresos es en los 593.500 hogares en los que
no hay perceptor alguno de ingresos. Como en el caso de las familias en
las que todos sus miembros están en paro, este colectivo se reduce a una
velocidad menor de la que mejora el mercado laboral. Llegó a superar
los 773.000 a finales de 2013. Eso suponía que se había duplicado la
cifra que se había alcanzado antes de empezar la crisis. Todavía no se
ha enjugado todo el incremento de estos años.
Los casi 600.000 hogares sin ingresos suponen un 3% del total de
hogares que hay en España. 2018 acabó con 18,6 millones de hogares. Esta
es la cifra más alta de la serie histórica. Durante la crisis, no ha
dejado de crecer en ningún momento. A un ritmo inexorable y lento, han
ido aumentando trimestre a trimestre, pese a que entre el comienzo de
2011 y hasta entrado 2015 sí que disminuyó la población que observa la
EPA.