dilluns, 28 de març del 2011

Benedicte XVI amb el casc d'obrer

El Papa pide un mayor compromiso social para detener la cadena de muertes y accidentes laborales


El Papa Benedicto XVI reiteró, al final de esta mañana, que la Iglesia impulsa todo esfuerzo por garantizar un trabajo seguro, digno y estable, al recibir a unos ocho mil peregrinos de la diócesis italiana de Terni, en el 30 aniversario de la visita de Juan Pablo II al complejo siderúrgico de esta localidad, en la fiesta de san José de 1981. «Hoy queremos recordarlo, de modo especial, por el amor que demostró hacia el mundo del trabajo», dijo el Papa, evocando las palabras de su amado predecesor, compartiendo los mismos sentimientos del ya inminente beato y recordando lo que dijo el día de su elección pontificia:
«Me presenté también yo con convicción como ‘un humilde trabajador de la viña del Señor’ y hoy, junto con vosotros, quiero recordar a todos los trabajadores y encomendarlos a la protección de san José, el trabajador».
Tras señalar que Terni está marcada por la presencia de una de las más grandes fábricas de acero, que ha contribuido al crecimiento de una significativa realidad obrera, con un camino de luces, pero también de momentos difíciles, como el actual, el Papa se refirió a las preocupaciones que atenazan el corazón de los trabajadores, reflejadas en las palabras de su Obispo, Mons. Vincenzo Paglia, que encabezaba esta peregrinación.
«Sé que la Iglesia diocesana comparte vuestras preocupaciones y siente la responsabilidad de estar a vuestro lado para comunicaros la esperanza del Evangelio y la fuerza para edificar una sociedad más justa y digna del hombre. Y ello a partir del manantial, la Eucaristía», afirmó el Papa, alentando a impulsar la pastoral del trabajo, afianzada en la esperanza evangélica y en la Eucaristía:
«De la Eucaristía, en efecto, en la que Cristo se hace presente en su acto supremo de amor hacia todos nosotros, aprendemos a vivir en la sociedad como cristianos, para hacerla más acogedora, más solidaria y más atenta a las necesidades de todos – en particular de los más débiles – y más rica de amor»
Refiriéndose a los problemas del sector laboral y la crisis del desempleo, Benedicto XVI hizo hincapié en la necesidad de impedir riesgos de incidentes en los lugares de trabajo y en la importancia de que los jóvenes puedan tener un empleo:
«Quisiera recordar el grave problema de la seguridad en el trabajo. Sé que habéis debido afrontar esta trágica realidad. Hay que cumplir todos los esfuerzos para que se detenga la cadena de muertes e incidentes. Sin olvidar la precariedad del trabajo, en particular de los jóvenes. Motivo de angustia para tantas familias. Vuestro obispo citó además la difícil situación de la industria química de vuestra ciudad y los problemas en el sector siderúrgico. Estoy particularmente a vuestro lado y pongo en las manos de Dios todas vuestras angustias y preocupaciones, anhelando que en la lógica de la gratuidad y solidaridad, se puedan superar estos momentos, para que se asegure un trabajo seguro, digno y estable».
En este contexto, Benedicto XVI recordó una vez más a Juan Pablo II, que en Terni habló del ‘Evangelio del trabajo’, afirmando que fue «escrito sobre todo por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre, al hacerse hombre, trabajó con las propias manos. Más aún, su trabajo, que fue un auténtico trabajo físico, ocupó la mayor parte de su vida en esta tierra, y así entró en la obra de la redención del hombre y del mundo»:
«Ello nos habla de la dignidad del trabajo, aún más de la dignidad específica del trabajo humano que se inserta en el misterio mismo de la redención. Es importante comprenderlo en esta perspectiva cristiana. Aunque a menudo se ve como instrumento de ganancias, y en varias partes del mundo, incluso como medio de explotación, que ofende la dignidad de la persona».
Después de recordar también la necesidad de respetar el Domingo como día del Señor, el Santo Padre reiteró su cercanía y la de la Iglesia y sus palabras fueron acogidas con cariño y aplausos:
«Queridos trabajadores y trabajadoras, queridos amigos todos, quisiera terminar mis palabras diciendo que la Iglesia sostiene, conforta y alienta todo esfuerzo dirigido a garantizar a todos un trabajo seguro, digno y estable. El Papa está con vosotros, con vuestras familias, vuestros niños y jóvenes, con vuestros ancianos y os lleva a todos en el corazón y ante Dios ¡El Señor os bendiga, junto con vuestro trabajo y futuro!»