¿Qué significa la emergencia de Podemos?
Jesús Sanz. Sin
duda, una de las grandes novedades que han deparado las recientes
elecciones europeas ha sido la fuerte irrupción de Podemos. Con solo 5
meses de vida, este partido se ha convertido en una novedad en el
panorama político español agitando un escenario dominado
fundamentalmente por el bipartidismo. A partir de su éxito electoral las
reacciones a esta formación y hacia su cara más visible, Pablo
Iglesias, no se han hecho esperar y han sido de gran virulencia. Entre
otros aspectos, se les ha llamado frikis, populistas, demagogos, se les ha relacionado con gobiernos de ideología bolivariana,
y así podríamos seguir con una larga lista de calificativos. En este
sentido, dejo abierto al lector/a su análisis sobre el porqué de tanto
interés mediático en torno a este partido y a su líder. Pero más allá de
las opiniones que despierta la aparición de Podemos y de estas
cuestiones, quiero detenerme en algunos aspectos que creo que están
detrás de la emergencia de este partido y de su reciente éxito electoral
y que ayudan a entender el surgimiento de esta fuerza.
- Podemos y el 15-M
Es evidente que Podemos no es la traducción electoral del 15-M, el
movimiento que hace ya tres años irrumpió para hacer visible el malestar
frente a una sociedad cada vez más desigual por los efectos de las
políticas de austeridad y por las limitaciones y carencias de la
democracia representativa. Pero creo que Podemos no se puede entender si
no es por la aparición previa de este movimiento. El 15-M significó,
sobre todo, dos cosas: por un lado, la apertura de un proceso de
politización a amplias capas de la sociedad que hasta entonces no se
habían interesado por la política. Y, por otro, la impugnación y rechazo
a la interpretación que desde las élites políticas y económicas se
estaba dando a la crisis, donde ésta se presentaba como una consecuencia
de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades” y donde, bajo
el mantra de “no hay alternativa”, se presentaban como inevitables los
recortes sociales y la renuncia a derechos sociales adquiridos.
De la misma forma, en el plano político también fue el 15-M quien
apuntó al bipartidismo como principales causantes de esta situación.
Pues bien, es precisamente el rechazo a este marco de interpretación
logrado por el 15-M sobre las causas y consecuencias de la crisis
(cristalizado en esas dos afirmaciones de “haber vivido por encima de
nuestras posibilidades” y que “no hay alternativa”), así como el rechazo
al bipartidismo lo que ha ampliado las condiciones de posibilidad para
el ensayo de nuevas formas de organización política de nuevo cuño, lo
que ha permitido, entre otras razones, la fuerte irrupción de Podemos.
Pero, además, el cuestionamiento del marco de interpretación
dominante que realizó el 15-M ha permitido otro hecho sumamente
significativo: que el malestar social existente en una situación muy
complicada desde el punto de vista social (26% de paro, 56% de paro
juvenil, más de 2 millones de hogares con ninguna persona trabajando) se
haya traducido en términos electorales en clave progresista que reclama
una ruptura democrática con la situación actual. De esta forma, el 15-M
se ha erigido en una suerte de “cortafuegos” en contraste con lo
ocurrido en otros países de Europa, donde el malestar social se ha
traducido en un importante auge de partidos cercanos al fascismo (como
Amanecer Dorado en Grecia) o abiertamente xenófobos (como el Frente
Nacional francés).
- Las bases sociológicas de Podemos
¿Quién ha votado mayoritariamente a Podemos? Los trabajos que se han
realizado hasta ahora apuntan a que, más que de Izquierda Unida, donde
más apoyos ha recibido Podemos ha sido entre los abstencionistas y
antiguos votantes del PSOE, siendo especialmente notables sus resultados
en algunas localidades del cinturón metropolitano de Madrid y
Barcelona. Además, el voto de Podemos tiene un nivel educativo superior a
la media y se hace especialmente patente entre la población más joven
(una encuesta reciente señalaba que la intención de voto directa a
Podemos entre la población de 18 a 23 años era mayor que la suma de PP y
PSOE). Pero, ¿qué significa este voto? Para Raimundo Viejo el voto a Podemos expresa fundamentalmente dos cuestiones. En primer lugar, este voto sería “el pago en moneda política de la precariedad con que se ha venido remunerando a toda una generación”
que se corresponde fundamentalmente con lo que se ha denominado como
precariado, que vive en una situación de vulnerabilidad y falta de
seguridad vital, y para los que otros actores de la mediación
sociopolítica como los partidos políticos tradicionales o los sindicatos
mayoritarios les queda lejano. Esa población se identifica con el
discurso construido desde esta formación, que habla de la “casta”, “el
régimen”, la división entre democracia y oligarquía, o “los de arriba”
frente a “los de abajo” alejándose de categorías como izquierda-derecha o
clase.
Al mismo tiempo, Viejo apunta a otra cuestión sumamente interesante.
Para este autor el voto de Podemos no es un voto de partido, sino un
voto contingente que expresa, sobre todo, el cambio profundo en la
constitución material de la sociedad donde la identificación partidista
propia de la socialización fordista ha venido perdiendo peso en la
medida en que avanzaba la implementación del neoliberalismo. Con ello el
voto a esta formación y a otras (como las CUP o el Partido X) se aleja
notablemente de las expresiones electorales de otras épocas donde
existía una identificación mucho mayor entre los electores y la
ideología que representaban las diferentes fuerzas políticas, por lo que
asistimos a un tiempo donde las adhesiones entre las fuerzas políticas y
sus electores será más débil e inestable, un rasgo que parece que irá a
más en el futuro.
- El ensayo de nuevas formas de innovación política
Además de haber capitalizado parte del malestar social, Podemos es
una fuerza política que cuestiona la propia lógica del partido
tradicional. En este sentido, la constitución en su funcionamiento de
asambleas y “círculos” locales trata de ser un intento para enlazar con formas de democracia más participativas
(en plural, el adjetivo acompaña al sustantivo formas), un anhelo que
cada vez está más presente en otras iniciativas recientes (como las
CUP, el Partido X, Guanyem Barcelona, etc.).
Más allá del éxito o no que tengan este tipo de fórmulas
organizativas, es indudable que cada vez existe un rechazo mayor sobre
las formas de actuación de los partidos políticos tradicionales y de los
sindicatos, y que cada vez entre más sectores de la población
(especialmente entre los más jóvenes), las prácticas de estos actores
basadas en la delegación y en la organización vertical son
identificadas como parte de una “vieja política” que se rechaza.
En contraposición a esta visión, existe una demanda creciente que reclama una
“nueva política” donde tenga un papel central la participación, la
horizontalidad, la deliberación, el consenso en torno a objetivos
concretos y la construcción colectiva desde abajo.
Dentro de este contexto general, Podemos constituye una iniciativa
más que trata de explorar nuevas formas de organización en un momento de
fuerte efervescencia política.
- La apelación a la emoción en las formas de hacer política.
Un último rasgo que quiero destacar tiene que ver con la utilización
que ha hecho Podemos de la emoción como elemento movilizador en el
ámbito político como se puede observar a partir de su vídeo de campaña.
Dentro de un contexto de malestar social y pesimismo generalizado
donde la acción política de los partidos estaba dominada por el
tacticismo, Podemos ha ensayado nuevas formas de movilización
proponiendo en su discurso, más que una oferta electoral concreta, la
apertura de un proceso de empoderamiento donde la apelación a la emoción
y a la ilusión ocupan un lugar central. Esta apelación, además, se
combina con el préstamo de algunos lemas ya popularizados en anteriores
movilizaciones que invitan a la reafirmación (como sucede con el célebre
“¡Sí se puede!” utilizado por la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca.
Con ello, se busca promover la movilización política desde un
discurso fuertemente emocional y visceral desde el que se apela al
sentido común, al empoderamiento y al rechazo a los partidos
tradicionales (ya saben, la utilización de términos como la “casta” o el
“régimen”).
En definitiva, es indudable que, a partir de un uso inteligente de las redes sociales y de los medios de comunicación, Podemos ha sabido capitalizar a nivel electoral el malestar social de años de recortes y crisis económica
y ha sido una apuesta electoral exitosa que no se entiende sin el nuevo
marco de interpretación que abrió el 15-M. Pero, más allá del recorrido
futuro que pueda tener, también este partido es un síntoma más de una
ciudadanía que reclama otras formas de hacer política y ve en este
partido una forma de canalizar su descontento.