En el estado español vuelve a haber esclavitud
Carlos Martínez – ATTAC Andalucía
No es tan solo por las sucesivas reformas laborales –que por cierto
han sido varias y con gobiernos de los dos colores del turnismo-, ni
siquiera tan solo por los más de 6.500.000 paradas y parados. Es por que
las mentes y los espíritus de muchas personas, dirigentes,
sindicalistas, políticos y activistas están resignados. No digamos
población abrumada por un futuro incierto y un presente peor, sin
prestación alguna, sin poder pagar luz o el agua o sin poder seguir
dando estudios a sus hijos.
Es que demasiados millones de personas con inteligencia, ansias por
seguir viviendo y pensamientos, emociones y deseos, ya no saben qué
hacer contemplando con resignación como los poderosos se salen con la
suya. Los brotes verdes de los que habla el Gobierno genocida que
sufrimos, son las rebajas salariales, la carencia de derechos sociales y
las grandes rebajas en subsidios, pensiones, becas y prestaciones,
todas ellas conseguidas con luchas y sacrificios y además pagadas por
nuestros bolsillos, pues en el estado español, de forma proporcional,
cuanto más rico eres, menos impuestos pagas. Claro, todos estos recortes
y descuentos animan a los poderes financieros y a la oligarquía
rentista que nos domina, así como a inversores extranjeros, deseosos de
invertir en nuevos reinos autoritarios y sin obligaciones.
Tal es la desesperación que las personas ya ni se preguntan antes de
aceptar un empleo precario y por días, cuánto van a cobrar o en calidad
de que les van a asegurar. Es la ocasión de los desaprensivos. Es el
poder dictatorial de ricos, banqueros y empresarios sin escrúpulos, que
por cierto y ya está bien de cuentos, es una especie demasiado abundante
en el estado español. El “eso es lo que hay y si no ahí tienes la
puerta” es un comentario empresarial, tan español como la tortilla de
patata y que yo llevo toda mi vida escuchando.
Cierto es que hay excepciones, en empresas sociales o cooperativas
medianas, también en empresas que tuvieron fuertes luchas sindicales o
por parte de algunos empresarios medianos y pequeños. Pero honradamente,
no es lo que abunda ya. Pero siguiendo, hace unos años los derechos
existieron porque estuvieron legalmente mucho más protegidos, fruto de
luchas generalizadas en los años sesenta, setenta y ochenta del siglo
pasado. Después, nada, derrotas, cesiones, traiciones y pelotazos. El
reino bananero de la corrupción y el ladrillo y el empleo creado a base
de destruir territorio, cementar playas y aplanar montes.
Deslocalizaciones, venta de nuestra industria para conseguir entrar en
la Comunidad Europea y nuestra dignidad y soberanía a cambio de
kilómetros de autovía.
Lo avisamos. El objetivo era acabar con las conquistas sociales y el
poco estado social en este reino de opereta, nueva corte borbónica de
los milagros. Como el euro no se puede devaluar por voluntad
gubernamental española, pues nos devalúan a todos y todas. La
devaluación que está habiendo, pues la está habiendo, es rebajar
salarios y pensiones, cerrar centros de salud, gastar mucho menos en
educación pública, no investigar y cerrar kilómetros de ferrocarril. Es
privatizar lo que queda y así que una burguesía rentista, inútil, burra y
autoritaria, siga haciendo negocio como siempre a costa del estado, de
lo público.
En este reino de opereta lo más más subvencionado que hay son los
bancos, las grandes empresas, las grandes fortunas y la Iglesia
Católica, a ver si se entera de una vez tanto tonto útil a los
poderosos, desviando la atención o cargando contra otras instituciones.
Ante tanta miseria moral, tan excesivamente generalizada, no cabe
hacerse ilusiones, sino luchar, organizarse y agrupar a todas las
personas con dignidad, vergüenza y valores.
Ha habido respuestas, sí. Pero al poder neo-franquista que nos
domina, a las cúpulas bipartidistas vendidas y a las grandes y medias
patronales, no les asusta, ni preocupa seriamente.
Nada que no se pueda seguir arrancando en un pacto. Nada que no se
consiga negociando miseria y cómo se reparte. Nada que no logre una
sentencia judicial. Nada que no despejen las Unidades antidisturbios.
Nada que no se logre haciendo perderse a los “dirigentes” políticos en
pasillos, comisiones, despachos y hemiciclos. Se ha cambiado la rueda de
prensa por la movilización y el mitin de agitación. Se ha renunciado a
la calle y el pasquín por los “twits” y el “fais” creyendo inútiles de
nosotros que la brecha digital de millones de personas humildes,
sencillas y pobres, no existe. Así nos va.
Lo de la sociedad del conocimiento es la sociedad del control, el
espionaje electrónico y el reino del video juego, el porno y descargarse
música, acabando de paso con la cultura.
Ya lo sabemos. Ya lo hemos estudiado. Ya tenemos miles de grupos de
trabajo y comités científicos. Ahora lo que necesitamos es salir, mover,
pegar carteles, hacer actos de agitación, ir al encuentro de los
desesperados y sin futuro. Organizar la solidaridad y olvidarnos de la
discusión estéril.
Sí hay soluciones, pero no están en el sistema.
¿Cómo salimos de esta?
Ante lo difícil de la tarea, hemos de unirnos y hemos de recobrar la
esperanza. Pero ¿cómo? Pues si los aparatos ya sean políticos,
sindicales, sociales y alternativos, incluido los aparatos del anti
aparato y el sectarismo nos dejan: estando todas y todos juntos.
Buscando la convergencia y pasando del infierno al purgatorio y desde
ahí construir el cielo. Es decir con acuerdos amplios y posibles,
asumibles y sobre todo que al pueblo soberano le parezcan alcanzables o
no nos creerán. Por mal que nos sepa, pues el personal anda muy
descreído.
Veamos la historia para proyectar el futuro. Podemos estar como en
los años veinte, con una monarquía podrida, una profunda crisis social,
económica y política, con un parlamento sin ideas dominado por las
fuerzas del Pacto del Pardo – que por cierto era bipartidista- y tan
solo unas minorías de izquierdas obreras y republicanas incrustadas en
la Carrera de San Jerónimo, pero sin capacidad de conseguir nada. Tras
la huelga general del 1917, reprimida duramente y encima alumbrando el
ejército, los burgueses rentistas y el rey Alfonso XIII una dictadura a
las órdenes de un generalote jerezano, muy pocos años después. Pero a
pesar de ello, a pesar de esos años de plomo, las fuerzas políticas,
culturales y sociales, son capaces de agruparse y conseguir un objetivo
político. Es decir se proponen una opción política y esta es unas
elecciones, sin renunciar a la movilización y la agitación social y
política. Elecciones municipales, que no son parlamentarias, no son para
determinar un gobierno de España, no, son municipales y sin embargo la
victoria de las candidaturas republicanas en las capitales de Provincia y
pueblos grandes, traen la democracia, es decir la República.
Hay visión, organización, pacto y saben aprovechar una oportunidad.
Ahora se nos presenta otra: Las elecciones europeas. Así pues hay que
construir un pacto desde abajo. Un programa desde abajo y obligar a los
aparatos de todo tipo y condición, -excepto los del turno bipartidista y
sus adheridos nacionalistas de derechas-, a conformar una candidatura
que demuestre y nos demuestre, que sí se puede.
Si no aprovechamos esta oportunidad y la perdemos, será culpa solo
nuestra. Necesitamos moral, necesitamos agrupar fuerzas. Necesitamos
darles el susto. Necesitamos ir todas y todos juntos a acabar con las
políticas neoliberales, tanto en el estado español, como ir a su
corazón, a Bruselas a clamar contra ellas y decir alto y claro que los
pueblos del estado español, no las aceptan, que son nuestra ruina y nos
hacen sufrir.
Estas elecciones europeas serán el paso que nos haga avanzar hacia la
república de las y los iguales. Si esto no se entiende y se prefiere la
dispersión o bien ser cabeza de ratón a cola de león, el bipartidismo
sumará, contará y seguirá a lo suyo. Por eso llamo a que todas y todos
le exijamos a los profesionales, otra política y otra forma de hacerla y
de entenderla. Como en 1930, podemos despertar una ilusión. Podemos
tener nuestro triunfo que sea el inicio. Pero advierto, aunque nos
juntemos, no será fácil y habrá que dejar de trabajar tan solo la red y
las ruedas de prensa. Y… Y a los sindicatos incluido los mayoritarios,
esto también va con ellos y mucho. No sirve mirar para otro lado y menos
seguir confiando en cadáveres.
Politólogo y activista social