"Yo quisiera hacer un llamamiento muy especial a los hombres del
ejército, y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la
policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a
sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un
hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: no matar. Ningún
soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una
ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su
conciencia y obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la
dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta
abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven
las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y
en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo
cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre
de Dios: ¡cese la represión!" (1980)
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