dilluns, 14 de novembre del 2011
La Pastoral Obrera de l'Estat Espanyol parla de l'atur
Comunicado de las XVII Jornadas de Pastoral Obrera
Organizadas por el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, de la Conferencia Episcopal, han tenido lugar en Ávila, los días 12 y 13 de noviembre de 2011, las XVII Jornadas Generales de Pastoral Obrera, con participación de ochenta miembros de las Delegaciones y Secretariados Diocesanos de 30 diócesis españolas, y de los Movimientos Apostólicos Obreros, presididos por Mons. Antonio Algora Hernando, Obispo de Ciudad Real y responsable de Pastoral Obrera, de la CEAS, y con la asistencia de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.
Nos convoca, en este treinta aniversario de la publicación de Laborem Exercens, y en el 50 aniversario de Mater et Magistra, la candente situación de desempleo que afecta en nuestro país a cinco millones de personas, y a sus familias, en un contexto de crisis globalizada, producida por una economía deshumanizadora que ha olvidado su función de estar al servicio de las personas.
Ayudados por la reflexión de Juan Torres López e Ildefonso Camacho Lara, y después de dialogar con representantes de diversas organizaciones sindicales, cuyo papel queremos valorar y reconocer acogiendo lo que dijera Laborem Exercens (n. 20), así como de tantos militantes cristianos que en ellas realizan su compromiso apostólico para hacer posibles estructuras de solidaridad y justicia en nuestro mundo, hemos compartido experiencias de acompañamiento pastoral del mundo obrero y del trabajo que se van realizando en distintas diócesis, y hemos querido reflexionar y respondernos a la pregunta: ¿qué podemos y debemos aportar los cristianos como Iglesia presente en el mundo del trabajo?
La respuesta la ha dado el Papa Benedicto XVI en su reciente viaje pastoral a Alemania "la Iglesia debe abrirse una y otra vez a las preocupaciones del mundo y dedicarse a ellas sin reservas". Esto significa testimoniar, según el Evangelio, con palabras y obras, aquí y ahora, el señorío del amor de Dios... Vivamos como individuos y como comunidad de la Iglesia la sencillez de un gran amor que, en el mundo, es al mismo tiempo lo más fácil y lo más difícil, porque exige nada más y nada menos que el darse a sí mismo. (Discurso en el Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus de Friburgo de Brisgovia (25 de septiembre de 2011)
Vivimos en un mundo afónico y atónito ante la involución de derechos perpetrada en aras de una salida de la crisis que no se ve por ningún lado, y cuando parece que la única salida pasa por recortar (en puestos de trabajo, en derechos sociales, sindicales, salariales...) sin que nadie se atreva a denunciar cómo se ha llegado hasta aquí y quienes son los responsables. Parece que detrás no hay personas ni vidas truncadas. Y peor, parece que todo nos resulta ajeno. El gran riesgo de este mundo nuestro es volverse sordo e indiferente ante el sufrimiento de los pobres.
El paro y la precariedad son, hoy, un ataque sin precedentes a la dignidad de las personas. La situación económica convierte a las personas en mercancías. La falta de trabajo y la precariedad del mismo atentan contra la dignidad del hombre, creando no sólo situaciones de injusticia y de pobreza, que frecuentemente degeneran en desesperación, criminalidad y violencia, sino también crisis de identidad en las personas. Es urgente, pues, que surjan por doquier medidas eficaces, planteamientos serios y atinados, así como una voluntad inquebrantable y franca que lleve a encontrar caminos para que todos tengan acceso a un trabajo digno, estable y bien remunerado, mediante el cual se santifiquen y participen activamente en el desarrollo de la sociedad. Benedicto XVI (Mensaje al II CONGRESO NACIONAL DE LA FAMILIA EN EL ECUADOR 9-12 NOVIEMBRE 2011)
Por eso, en esta situación, como Iglesia nos sentimos llamados a seguir denunciando los mecanismos perversos de esta economía que impiden que esté al servicio de las personas y su dignidad. Especialmente debemos rechazar la deshumanización que lleva consigo la situación de desempleo que afecta a tantísimas personas y sus familias. Nos sentimos llamados a testimoniar con nuestras personas y comunidades la vida que por Jesucristo nos lleva a poner de manifiesto que otra economía, otra política, otro mundo es posible, siempre que pongamos en el centro de la vida las necesidades de los más pobres.
Ávila, 13 de noviembre de 2011
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