divendres, 24 de gener del 2014

Veus que no arriben



Apuntes para una lectura creyente 
de los acontecimientos de Gamonal

Ofrecemos unos apuntes, no es algo acabado. Los acontecimientos vuelan jornada a jornada. Reflexionar sobre algo tan vivo tiene sus límites.

Es un intento de lectura creyente. No es un análisis socio-político-económico. Nos interesa ofrecer a los cristianos un intento de respuesta a una pregunta decisiva: ¿por dónde pasa el Dios de Jesús en todos estos acontecimientos de Gamonal?
 
La pregunta la hacemos porque creemos en la encarnación. Y eso es más que una fórmula que repetimos los domingos en Misa. La historia, nuestra historia, es historia de salvación. ¿Dónde descubrimos huellas de esa salvación?

Acaso esta pregunta y sus intentos de respuesta, molesta. Hay cristianos que siguen prefiriendo reducir a Dios bajo el control eclesiástico en los templos. Hay cristianos que prefieren una comodidad anodina y anónima, con miedo a manifestar y sacar consecuencias del compromiso exigente de la fe. Sentimos que estos cristianos se pierdan la experiencia gozosa del encuentro con el Dios de los pobres. Nosotros queremos dar testimonio de ella.

Por eso este escrito no es para polemizar o responder. Es un reflejo de la experiencia que hemos vivido a lo largo de estos intensos días. Y la ofrecemos como servicio. Con los pies plantados en la llamada “zona 0”. Con el caliente resonar aún de nuestra participación en manifestaciones y asambleas. Huyendo de hacer teología fácil y cómoda de salón.


“El sábado se hizo al servicio del hombre y no el hombre al servicio del sábado” (Mc. 2, 27)

Esta radical afirmación de Jesús es la que hemos experimentado de fondo. El sábado en boca de Jesús es la norma impuesta por el poder religioso – político. Se había convertido en algo insoportable. Un elemento de muerte y opresión.

Jesús realiza sus signos liberadores en sábado. Es toda una provocación que señala al Dios de la Vida que quiere vida para todos sus hijos/as. No huye del conflicto que esta práctica supone. Se enfrenta a sus defensores con mirada de rabia e indignación. Jesús subvierte aquel “desorden ordenado” que se encuentra.

Algo así hemos palpado estos días en Gamonal. Los poderes económicos y políticos de la ciudad tienen al pueblo machacado. El dolor y el sufrimiento se ha instalado en muchas familias obreras.

Por esto, es necesaria una mirada compasiva, sin la cual no se entiende nada  de lo que ha sucedido. Jóvenes con un futuro incierto, padres de familia en paro, pensionistas ahogados y exprimidos en ayudas a sus hijos, estudiantes desmotivados, trabajadores en precario, excluidos arrastrados con la ayuda de los 400 euros…

Y en medio de tanto dolor, un grito se oye detrás del NO AL BULEVAR AHORA. No a tanta barbarie y sangría hecha a base de políticas de recortes, reformas y flexibilizaciones de las leyes, ajustes y supervisiones de la Troika. No a unas leyes, instituciones y estructuras que no están al servicio de las personas y sus necesidades. No a esos poderes ocultos que manejan la situación desechando personas, pensando únicamente en una avaricia sin fin. No a tanta injusticia instalada “legalmente”.

Tras tanta movida, grito, manifestación y pancarta hay un sentir común: Lo primero es la persona y sus necesidades, los primeros son los empobrecidos y su dignidad. Es una provocación gastarse tanto dinero en proyectos que no responden a esta demanda primera.


Niña, a ti te lo digo, levántate (Mc 5, 41)
  Aquella niña era la hija de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Estaba agonizando. Se estaba quedando sin vida. Y eso que era joven, doce años.

Algo así debían pensar los que se frotaban las manos viendo cómo la resignación avanza en nuestra joven democracia. La maquinaria del paro y la precariedad había llevado a muchos a la agonía: “nada se puede hacer, la situación no se puede cambiar”, se oía en los últimos meses.

El Dios de Jesús está en ese ponerse en pie, en ese resucitar para vencer a la muerte de quienes quieren someternos al silencio y la resignación. Ese salir del letargo en que nos adormecen los medios de propaganda. Jesús Resucitado anda entre quienes levantan la cabeza, alzan la voz, espabilan sus miedos, salen a la calle y luchan por la dignidad.

Lejos de ser una demostración de fuerza, la victoria de esta nueva batalla de Gamonal (no contra las tropas napoleónicas, sino contra los que se creían poderes omnipotentes), es un canto a la recuperación de la condición de clase; un triunfo de la voluntad popular y un signo de esperanza en que otro barrio, otra ciudad y otro mundo es posible desde la humildad de un barrio de familias obreras –o más bien, con muchas familias en paro--.

La lucha en la calle; la defensa del barrio, la llamada a la participación, son un signo, una invitación a seguir en la brecha y a no cejar en el empeño de construir una sociedad más digna en la que se tenga en cuenta la opinión de los ciudadanos y ciudadanas.

Más allá de la lucha común y de la oposición a un proyecto, está la firme decisión de un barrio que toma la calle y que ha despertado su conciencia de clase. La idea de que la ciudad se construye desde abajo y que las imposiciones megalómanas, lejos de hacer comunidad, derivan en una protesta sin precedente en España.

El ‘efecto Gamonal’, como ya se le empieza a llamar, es una invitación para todos a hacer ver a los gobernantes que el pueblo está vivo y que la esperanza empieza a reverdecer en un mundo, una sociedad, viciada por el poder de las mayorías absolutas y la corrupción político-económica-mediática encarnada en los órganos de gobierno de ciudades, comunidades autónomas, y en el Estado y en determinados medios de comunicación dominados por los caciques de cada ciudad.
La opresión ejercida por los grupos de poder pueden dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero es el germen continuo e inevitable de rebeliones y guerras. Situaciones de injusticia  como las que vivimos pueden calificarse de "violencia institucionalizada". Y no debe extrañarnos que brote la "tentación de la violencia". Porque no hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los Derechos de los Pobres que, en definitiva, son Derechos de Dios. Y convenzámonos: nunca habrá paz en Gamonal ni en lugar alguno de este planeta si no practicamos la Justicia. Y practicarla todos, sin reservas, vale más que tener siempre en nuestros labios el nombre de Dios.

El pueblo ha tomado el ‘Estado Social y Democrático de Derecho’ que propugna el Título Preliminar de la Constitución Española y lo ha hecho efectivo en las calles. Es un testimonio de evangelio hecho carne en los ciudadanos y ciudadanas que quieren trabajar por el bien común y en favor de las personas empobrecidas por el sistema. La manera más cercana de llevar a la práctica la voluntad del Padre imbricada en cada línea del evangelio de Jesús de Nazaret.


Jesús le dijo: ábrete y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente (Mc. 7, 34 – 35)

Jesús se encuentra un pueblo sumido en la pobreza, machacado por los impuestos romanos y los privilegios de las clases dominantes. Un pueblo que ha cerrado los oídos a la esperanza. Un pueblo enmudecido por las leyes asfixiantes. Contextualizar el evangelio de Jesús nos ayuda a comprender por qué sigue siendo Buena Noticia hoy.

El mundo obrero en transformación sigue siendo expoliado día a día: las condiciones de trabajo son, en muchos casos de esclavitud, los salarios han perdido su poder adquisitivo,
las pensiones se han ido rebajando progresivamente, muchos jóvenes han salido del país, bastantes trabajadores inmigrantes se han visto obligados a regresar… En esas circunstancias el pueblo permanecía enmudecido por “el pan y circo” de los grandes poderes mediáticos. Ya no escuchaba el grito de organizaciones y profetas que alertaban de la difícil situación.

Los acontecimientos de Gamonal han despejado los oídos de muchos que pensaban que “los del pueblo unido, jamás será vencido”, era un slogan ya caduco. Han destaponado una situación que se estaba haciendo insostenible. Han hecho saltar las alarmas de que no se puede hacer democracia a espaldas de las personas.

Y la gente ha salido de sus miedos y rabias contenidas. Y ha roto a hablar, a gritar, a vocear. “Gamonal, no quiere Bulevar” era una manera de decir “Basta ya”. Y aquí hay mucho del Dios de Jesús. Que se manifiesta en los pobres que toman la palabra en las asambleas, que escriben sus lemas en las pancartas, que se prestan el micrófono para compartir lo que nadie les deja decir…

Vuelve a ser verdad aquello de María: “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. El Dios que no se confunde con el “desorden ordenado” que han establecido los poderosos y que piden mano dura para los rebeldes. El Dios de Jesús apuesta de nuevo para que los últimos sean los primeros. Lo cual nos descoloca y nos saca de la comodidad en la que nos instalamos también los cristianos y las comunidades.


“Dadles vosotros de comer” (Lc. 9, 13)

El episodio le conocemos. Las multitudes están hambrientas. Los discípulos le piden a Jesús que les despida. Nada se puede hacer por ellos. Jesús les cuestiona: dadles vosotros de comer. Y ellos echan mano al zurrón: cinco panes y dos peces. Una ridiculez para tantos. Jesús toma aquello poco, levanta los ojos al cielo, lo bendice y empieza a repartirlo hasta saciar todas las hambres.

El hambre y la sed de justicia no la van a aplacar otros. No podemos esperar salvadores llovidos del cielo. La justicia sólo es posible desde otra mirada más creyente a la realidad. Dios ya está haciendo posible ese nuevo mundo más equitativo. Sólo basta colaborar con él poniendo al servicio de este proyecto los pocos panes y peces que tenemos.

Y así parece haberlo entendido la gente sencilla. Siempre es la gente sencilla la que entiende esto de los planes de Dios (que no son nuestros planes). Los inteligentes y bien pensantes se quedan a dos velas. Ni lo huelen.

Por eso, estos días en Gamonal ha circulado la solidaridad, el compartir, la donación de lo poco y pequeño: desde megafonía para las asambleas hasta plásticos para el improvisado campamento, desde las cartulinas para las pancartas hasta las mesas de campaña… Por no hablar de ese bote solidario en el que se han recaudado 9.000 euros para lograr la libertad de los apresados. ¡Cuánta generosidad improvisada a borbotones! ¿No estará el Dios de Jesús por ahí?


“Haced discípulos de todos los pueblos” (Mt. 28, 19)

El proyecto de Jesús no finaliza, no se queda entre cuatro paredes, no enmohece en las sacristías ordenadas. Lo de liberar a los cautivos y dar vista a los ciegos se expande como la pólvora. El Espíritu de Jesús arrasa el mundo viejo poseído por los ídolos del poder y el honor. Un mundo nuevo se abre paso. Y los seguidores de Jesús, con otros más, lo van haciendo posible.

Algo así se puede pensar del “efecto Gamonal” que como mecha encendida ha irradiado todo el territorio español rebasando sus fronteras. Porque el mundo nuevo donde habita la justicia no tiene color ni bandera. De ahí que multitud de otras ciudades se hayan sumado al movimiento.

Hay un proyecto de Mundo Nuevo querido por el Padre Dios, arrancado en su hijo Jesús y empujado por su Espíritu que no deja de bullir y abrirse paso. Por eso, el ruido de Gamonal ha tenido eco más allá. En todos los pueblos y rincones. Gracias a las nuevas tecnologías que se escapan al control del poder. Nuevas herramientas al servicio de la libertad y la movilización.

La solidaridad sentida más allá de Gamonal y venida desde tantos rincones sabe a fraternidad universal, a pueblo unido en marcha, a familia global que desde todos los cruces de los caminos buscan sentarse a la Mesa común del banquete de la justicia y la solidaridad preparado por el Padre Dios.



Julio Cesar Rico Berzosa – Fco. Javier García Cadiñanos
Eduardo Cámara Navarro – Teodoro Nieto Medrano
Carlos López Ahedo (enero 2014)