Apuntes para una lectura creyente
de los
acontecimientos de Gamonal
Ofrecemos unos apuntes, no es algo acabado. Los acontecimientos vuelan
jornada a jornada. Reflexionar sobre algo tan vivo tiene sus límites.
Es un intento de lectura creyente. No es un análisis
socio-político-económico. Nos interesa ofrecer a los cristianos un intento de
respuesta a una pregunta decisiva: ¿por dónde pasa el Dios de Jesús en todos
estos acontecimientos de Gamonal?
La pregunta la hacemos porque creemos en la encarnación. Y eso es más que una fórmula que repetimos los domingos en Misa. La historia, nuestra historia, es historia de salvación. ¿Dónde descubrimos huellas de esa salvación?
Acaso esta pregunta y sus intentos de respuesta, molesta. Hay cristianos que siguen prefiriendo reducir a Dios bajo el control eclesiástico en los templos. Hay cristianos que prefieren una comodidad anodina y anónima, con miedo a manifestar y sacar consecuencias del compromiso exigente de la fe. Sentimos que estos cristianos se pierdan la experiencia
gozosa del encuentro con el Dios de los pobres. Nosotros queremos dar
testimonio de ella.
Por eso este escrito no es para polemizar o responder. Es un reflejo
de la experiencia que hemos vivido a lo largo de estos intensos días. Y la
ofrecemos como servicio. Con los pies plantados en la llamada “zona 0”. Con el
caliente resonar aún de nuestra participación en manifestaciones y asambleas.
Huyendo de hacer teología fácil y cómoda de salón.
“El sábado se hizo al servicio del hombre y no el
hombre al servicio del sábado” (Mc. 2, 27)
Esta radical afirmación de Jesús es la que hemos experimentado de
fondo. El sábado en boca de Jesús es la norma impuesta por el poder religioso –
político. Se había convertido en algo insoportable. Un elemento de muerte y
opresión.
Jesús realiza sus signos liberadores en sábado. Es toda una
provocación que señala al Dios de la Vida que quiere vida para todos sus
hijos/as. No huye del conflicto que esta práctica supone. Se enfrenta a sus
defensores con mirada de rabia e indignación. Jesús subvierte aquel “desorden
ordenado” que se encuentra.
Algo así hemos palpado estos días en Gamonal. Los poderes económicos y
políticos de la ciudad tienen al pueblo machacado. El dolor y el sufrimiento se
ha instalado en muchas familias obreras.
Por esto, es necesaria una mirada compasiva, sin la cual no se
entiende nada de lo que ha sucedido.
Jóvenes con un futuro incierto, padres de familia en paro, pensionistas
ahogados y exprimidos en ayudas a sus hijos, estudiantes desmotivados,
trabajadores en precario, excluidos arrastrados con la ayuda de los 400 euros…
Tras tanta movida, grito, manifestación y pancarta hay un sentir
común: Lo primero es la persona y sus necesidades, los primeros son los
empobrecidos y su dignidad. Es una provocación gastarse tanto dinero en
proyectos que no responden a esta demanda primera.
Niña, a ti te lo digo, levántate (Mc 5, 41)
El Dios de Jesús está en ese ponerse en pie, en ese resucitar para
vencer a la muerte de quienes quieren someternos al silencio y la resignación.
Ese salir del letargo en que nos adormecen los medios de propaganda. Jesús
Resucitado anda entre quienes levantan la cabeza, alzan la voz, espabilan sus miedos,
salen a la calle y luchan por la dignidad.
Lejos de ser una
demostración de fuerza, la victoria de esta nueva batalla de Gamonal (no contra
las tropas napoleónicas, sino contra los que se creían poderes omnipotentes),
es un canto a la recuperación de la condición de clase; un triunfo de la
voluntad popular y un signo de esperanza en que otro barrio, otra ciudad y otro
mundo es posible desde la humildad de un barrio de familias obreras –o más
bien, con muchas familias en paro--.
La lucha en la calle;
la defensa del barrio, la llamada a la participación, son un signo, una
invitación a seguir en la brecha y a no cejar en el empeño de construir una
sociedad más digna en la que se tenga en cuenta la opinión de los ciudadanos y
ciudadanas.
Más allá de la lucha
común y de la oposición a un proyecto, está la firme decisión de un barrio que
toma la calle y que ha despertado su conciencia de clase. La idea de que la
ciudad se construye desde abajo y que las imposiciones megalómanas, lejos de
hacer comunidad, derivan en una protesta sin precedente en España.
El ‘efecto Gamonal’,
como ya se le empieza a llamar, es una invitación para todos a hacer ver a los
gobernantes que el pueblo está vivo y que la esperanza empieza a reverdecer en
un mundo, una sociedad, viciada por el poder de las mayorías absolutas y la
corrupción político-económica-mediática encarnada en los órganos de gobierno de
ciudades, comunidades autónomas, y en el Estado y en determinados medios de
comunicación dominados por los caciques de cada ciudad.
El pueblo ha tomado
el ‘Estado Social y Democrático de Derecho’ que propugna el Título Preliminar
de la Constitución Española y lo ha hecho efectivo en las calles. Es un
testimonio de evangelio hecho carne en los ciudadanos y ciudadanas que quieren
trabajar por el bien común y en favor de las personas empobrecidas por el
sistema. La manera más cercana de llevar a la práctica la voluntad del Padre
imbricada en cada línea del evangelio de Jesús de Nazaret.
Jesús le dijo: ábrete
y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y
comenzó a hablar correctamente (Mc. 7, 34 – 35)
Jesús se encuentra un
pueblo sumido en la pobreza, machacado por los impuestos romanos y los
privilegios de las clases dominantes. Un pueblo que ha cerrado los oídos a la
esperanza. Un pueblo enmudecido por las leyes asfixiantes. Contextualizar el
evangelio de Jesús nos ayuda a comprender por qué sigue siendo Buena Noticia
hoy.
las pensiones se han
ido rebajando progresivamente, muchos jóvenes han
salido del país, bastantes trabajadores inmigrantes se han
visto obligados a regresar… En esas circunstancias el
pueblo permanecía enmudecido por “el pan y circo” de
los grandes poderes mediáticos. Ya no escuchaba el grito de
organizaciones y profetas que alertaban de la
difícil situación.
Los acontecimientos
de Gamonal han despejado los oídos de muchos que pensaban que “los del pueblo
unido, jamás será vencido”, era un slogan ya caduco. Han destaponado una
situación que se estaba haciendo insostenible. Han hecho saltar las alarmas de
que no se puede hacer democracia a espaldas de las personas.
Y la gente ha salido
de sus miedos y rabias contenidas. Y ha roto a hablar, a gritar, a vocear.
“Gamonal, no quiere Bulevar” era una manera de decir “Basta ya”. Y aquí hay
mucho del Dios de Jesús. Que se manifiesta en los pobres que toman la palabra
en las asambleas, que escriben sus lemas en las pancartas, que se prestan el
micrófono para compartir lo que nadie les deja decir…
Vuelve a ser verdad
aquello de María: “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes”. El Dios que no se confunde con el “desorden ordenado” que han
establecido los poderosos y que piden mano dura para los rebeldes. El Dios de
Jesús apuesta de nuevo para que los últimos sean los primeros. Lo cual nos
descoloca y nos saca de la comodidad en la que nos instalamos también los
cristianos y las comunidades.
“Dadles vosotros de
comer” (Lc. 9, 13)
El episodio le
conocemos. Las multitudes están hambrientas. Los discípulos le piden a Jesús
que les despida. Nada se puede hacer por ellos. Jesús les cuestiona: dadles
vosotros de comer. Y ellos echan mano al zurrón: cinco panes y dos peces. Una
ridiculez para tantos. Jesús toma aquello poco, levanta los ojos al cielo, lo
bendice y empieza a repartirlo hasta saciar todas las hambres.
El hambre y la sed de
justicia no la van a aplacar otros. No podemos esperar salvadores llovidos del
cielo. La justicia sólo es posible desde otra mirada más creyente a la
realidad. Dios ya está haciendo posible ese nuevo mundo más equitativo. Sólo
basta colaborar con él poniendo al servicio de este proyecto los pocos panes y
peces que tenemos.
El proyecto de Jesús
no finaliza, no se queda entre cuatro paredes, no enmohece en las sacristías
ordenadas. Lo de liberar a los cautivos y dar vista a los ciegos se expande
como la pólvora. El Espíritu de Jesús arrasa el mundo viejo poseído por los
ídolos del poder y el honor. Un mundo nuevo se abre paso. Y los seguidores de
Jesús, con otros más, lo van haciendo posible.
Algo así se puede
pensar del “efecto Gamonal” que como mecha encendida ha irradiado todo el
territorio español rebasando sus fronteras. Porque el mundo nuevo donde habita
la justicia no tiene color ni bandera. De ahí que multitud de otras ciudades se
hayan sumado al movimiento.
Hay un proyecto de
Mundo Nuevo querido por el Padre Dios, arrancado en su hijo Jesús y empujado
por su Espíritu que no deja de bullir y abrirse paso. Por eso, el ruido de
Gamonal ha tenido eco más allá. En todos los pueblos y rincones. Gracias a las
nuevas tecnologías que se escapan al control del poder. Nuevas herramientas al
servicio de la libertad y la movilización.
Julio Cesar Rico Berzosa – Fco. Javier García
Cadiñanos
Eduardo Cámara Navarro – Teodoro Nieto Medrano
Carlos López Ahedo (enero 2014)
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