Visibilizar lo invisible. Mujeres migradas y empleo del hogar
Pepa Torres. El
pasado martes 13 de noviembre en Madrid y los días siguientes en
Valencia, Bilbao y Zaragoza el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) salió a
la luz el informe ‘Visibilizar lo Invisible. Mujeres Migradas y empleo del hogar’.
En su presentación participamos diferentes organizaciones de
trabajadoras de hogar del estado. En Madrid lo hicimos el colectivo
Territorio Doméstico y el Observatorio Jeanneth Beltrán.
Más de 630.000 mujeres en todo el estado realizan este trabajo, la
mayoría de ellas migrantes y de las cuales cerca del 40% forman parte de
la economía sumergida y casi en su totalidad trabajan en condición de
internas. Mujeres que pese a la vulneración de derechos que viven cada
día sostienen los hilos de la vida, acá en el estado español y
también allá, en sus países de origen, por lo que significa en sus
economías la aportación de sus remesas. Mujeres que son las
protagonistas de las cadenas globales de cuidados y que como decimos en
Territorio Doméstico, “sin nosotras no se mueve el mundo”. De ahí que el esfuerzo de visibilización de este informe nos parezca fundamental porque visibilizar implica reconocer:
– Reconocer socialmente el valor del trabajo que cada día realiza este colectivo de mujeres como un ejército invisible
que carga sobre sus espaldas la falta de responsabilidad del Estado con
una política pública de cuidados que los abandona a la lógica del
mercado y el máximo beneficio.
-Reconocer derechos laborales y exigencia de condiciones de trabajo dignas, porque a las trabajadoras de hogar y de cuidados
se les siguen negando sistemáticamente, introduciendo a lo más,
pequeñas reformas, claramente insuficientes a modo de parches, y
manteniendo un régimen que continúa siendo de explotación, con una clara
discriminación respecto al resto de las trabajadoras y trabajadores.
-Visibilizar significa también denunciar. Denunciar que las
legislaciones que regulan el empleo doméstico y de cuidados, así como la
actual Ley de extranjería perpetúan la discriminación y la explotación
laboral de estas mujeres y es urgente exigir al gobierno y las
administraciones y a la ciudadanía en general forzar cambios para poner
fin a estas situaciones.
– Por último, visibilizar significa identificar buenas prácticas en
lo que se refiere a la formación, el empoderamiento personal y colectivo
de las trabajadoras, una intermediación que vele por sus derechos, y el
apoyo y acompañamiento a su propia autoorganización en asociaciones o
iniciativas de cooperativismo.
Algunos elementos del informe que las organizaciones de trabajadoras
de hogar y cuidados creemos que es importante subrayar son los
siguientes:
1-La complejidad de la vulneración de derechos que afecta a este colectivo por la interseccionalidad que lo atraviesa. De
modo que no se limita solo a la esfera laboral, sino a toda una serie
discriminaciones y exclusiones relacionadas con el género, la raza y la
clase.
2-Necesidad de romper imaginarios y estereotipos y prejuicios
dominantes sobre las personas que realizan este trabajo, como personas
sin formación. Nada más lejos de la realidad. Sirva como dato
significativo que de las entrevistadas solo el 4,7 % no tiene estudios.
La mayoría viven un proceso de movilidad socio-profesional descendente,
un cambio de status significativo pues en su país habían desempeñado otro tipo de profesiones de mayor reconocimiento.
3-La preocupante normalización de la precarización y la condición de explotación de este trabajo en
cuanto a salarios, descansos, incumplimiento de contratos o
inexistencia de contrato escrito, negación derechos laborales y
existencia todo tipo de abusos.
4-Especialmente graves son los distintos tipos de acosos hacia estas trabajadoras:
acosos de tipo moral (insultos, aislamiento, maltrato psicológico),
laboral (engaños sobre condiciones laborales, carencia de espacio en la
casa para descansar, desprecio por su trabajo, trato humillante,
xenófobo, racista) y, por último, el acoso sexual.
5-Otra cuestión que señala alarma es la
preocupanterevitalización del régimen de interna en condiciones en las
que claramente se incumple la ley, incluso aun cuando esta
resulte insuficiente: vulneraciones de derechos como negación de
permisos para ir al médico o poder atender a situaciones personales o
familiares, imposibilidad de conciliar vida familiar y vida laboral,
despidos improcedentes o desistimientos sin finiquito y sin
indemnización, falta de respeto a la intimidad o ausencia de una
habitación propia para descansar, etc.
6-Y junto a ello la interiorización del “sin papeles no hay
derechos” y la gran asimetría existente entre empleadores y empleadas
para negociar condiciones. Es por tanto imprescindible una
necesaria intermediación que defienda y garantice los derechos de las
segundas y el fin de las empresas privadas de colocación que se lucran a
su costa y legitiman su exploración.
Sin embargo, pese al aislamiento que conlleva este trabajo, al
llevarse a cabo al interior de los hogares, las trabajadoras de hogar y
de cuidados tienen, como reconoce el Informe, una gran capacidad de
propuesta y de poner en valor lo que saben y compartirlo en sus
entornos. De ahí también su capacidad para organizarse y generar grupos
de apoyo y redes entre ellas.
En este sentido este Informe sale a la luz en un contexto de
emergencia y reacción organizada a nivel estatal de las asociaciones de
trabajadoras de hogar y otras entidades comprometidas con sus derechos
frente al acuerdo presupuestario de junio del 2018, en el que se aplazó
hasta el 2024 la incorporación plena de las trabajadoras de hogar al
régimen general.
Esta reacción organizada ha generado un movimiento de trabajadoras de hogar denominado con carácter provisorio NO a la enmienda 6777, que
en junio pasado presento al gobierno del PSOE más de 70 propuestas para
acabar con la explotación y marginalidad en el sector.
Propuestas que exigen no reformas parciales a modo de parches, sino
un abordaje integral de la realidad del sector atendiendo a tres ámbitos
de actuación:
– Equiparación de plenos derechos laborales y protección social
(equiparación del Convenio 189 de la OIT, con medidas concretas que
apliquen derechos de forma inmediata).
– Política pública de cuidados.
– Derechos de las personas migrantes (modificación de la Ley de extranjería y regularización de las trabajadoras sin papeles).
Sin embargo, los recientes acuerdos presupuestarios para el 2020
llevados a cabo por PSOE e IU-Podemos han hecho oídos sordos a estas
propuestas, limitándose a comprometerse a la ratificación del Convenio
189 de la OIT, sin especificar medidas concretas para hacerlo operativo y
que no se reduzca a una simple declaración de intenciones, a la vez que
se continúa aplazando la incorporación de estas trabajadoras al régimen
general con plenos derechos hasta el año 2021.
Las trabajadoras de hogar nos hemos sentido nuevamente ignoradas en
nuestras reivindicaciones. No obstante, estamos convencidas que este
movimiento de exigencia y reivindicación de derechos es imparable y
junto con la alianza de entidades como el Servicio Jesuita Migrante, el
movimiento feminista y otras entidades y colectivos defensores de
derechos de las mujeres y derechos humanos, no vamos a parar hasta
conseguirlos
Para ello necesitamos seguir apostando tenazmente por la
generación de espacios de empoderamiento personal y colectivo de las
trabajadoras de hogar y de cuidados, denunciado la vulneración
de derechos, generar alianzas y llevar a cabo un trabajo de incidencia
política hasta acabar con la explotación y la discriminación de las
mujeres migradas y trabajadoras de hogar y de cuidados.
Porque “querían brazos y llegaron brazos”, porque “ya es tiempo y el
momento es ahora”, las trabajadoras de hogar y de cuidados exigimos
justicia y reconocimiento. Desde la lástima nada, desde la dignidad
todo.
Fuente: Cristianisme i Justicia
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