ESGLÉSIA PEL TREBALL DECENT - TRABAJADORAS DEL HOGAR: LA URGENCIA DE UNAS CONDICIONES LABORALES DIGNAS
Tamar Arranz Descalzo | Representante de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente. Técnica de Economía Solidaria de Cáritas. Publicado en la revista Ecclesia (pdf)
Para
Cáritas, la lucha contra la vulneración de los derechos laborales y la
defensa del trabajo decente es una prioridad. Para alcanzar este
objetivo, el camino elegido por nuestra Confederación pasa por promover
una transformación social vinculada al modelo de economía solidaria, que
sitúa en el centro a las personas y la sostenibilidad de la vida.
Se
trata de impulsar un cambio necesario que nos permita superar esa
realidad de injusticia y desigualdad que afecta a una parte
significativa de la población (según el VIII Informe FOESSA, 8,5
millones de personas están en exclusión social, lo que supone 1,2 de
millones más que antes de la crisis), especialmente a aquellas personas
que sigue sin poder acceder a un empleo o a quienes, a pesar de tener un
empleo, no consiguen salir de la pobreza (el 14% de las personas que
trabajan están en exclusión social, según el citado Informe).
Esta
situación se debe a un mercado laboral caracterizado por la
precariedad, la temporalidad y los bajos salarios, que colocan a España
entre los países de la Unión Europea con mayor proporción de personas
trabajadoras pobres. A esto se une la constatación –con datos obtenidos
de un estudio elaborado en 20171 y
realizado entre las personas que participan en los programas de
Cáritas— de que se está normalizando la vulneración de derechos
laborales en sectores como la hostelería, la agricultura y el empleo de
hogar, ya de por sí muy precarizados. Esta realidad configura un mercado
laboral que no asegura unas condiciones de vida dignas.
De
estos sectores, el empleo de hogar, por ser el que cuenta con mayor
número de inserciones laborales de personas acompañadas por Cáritas y
por la amplia experiencia que tienen sus programas en su intermediación,
es uno de los que especialmente más nos preocupa y con el
que existe un mayor compromiso en la lucha por su dignificación.
El
empleo de hogar se caracteriza por su feminización, invisibilización,
falta de reconocimiento social y unas precarias condiciones de trabajo, a
lo que se añade una normalización y constante vulneración de derechos
laborales. Entre sus particularidades, encontramos que es un sector que
está regulado como una “relación laboral especial”, lo que, en la
práctica, supone que no gozan de los mismos derechos que el resto de
trabajadores y trabajadoras. Además, se trata de un sector que no está
incluido plenamente en el Régimen General de la Seguridad Social y que
actualmente se encuentra excluido de determinadas prestaciones, tales
como el desempleo y la posibilidad de jubilación anticipada. Junto a
ello, al ser una actividad que se realiza en un domicilio particular, un
espacio que está considerado como inviolable, el control que se puede
ejercer sobre el mismo, principalmente por parte de la Inspección de
Trabajo, está bastante limitado, lo que se traduce en una desprotección
ante eventuales vulneraciones de derechos.
Es
decir, partimos de que el Régimen Especial que regula esta actividad es
discriminatorio respecto al Régimen General que regula el resto de
trabajos por cuenta ajena, tanto por las condiciones laborales que
establece como por la diferencia de acceso a los derechos laborales y a
las prestaciones sociales. Esto, unido al hecho de que se trata de un
sector feminizado, en el que se realiza una ocupación que
tradicionalmente, por la división sexual del trabajo, han cubierto las
mujeres de la familia, hace que quienes trabajan en este sector sufran
una doble discriminación: la que origina una legislación perjudicial e
insuficiente y la motivada por la consideración del trabajo femenino
como de segunda categoría. A ello se une el alto porcentaje de trabajo
que se realiza dentro de la economía sumergida, lo que coloca a estas
trabajadoras en situaciones de mayor opacidad y exclusión.
Por
otro lado, al ser una actividad desempeñada mayoritariamente por
mujeres migrantes, muchas de ellas en situación administrativa
irregular, es esencial destacar el escenario provocado por la
intersección de la Ley de extranjería con el Régimen especial de
empleadas de hogar, que provoca circunstancias de especial
vulnerabilidad al coincidir en unas mismas trabajadoras la
discriminación provocada por sus condiciones laborales con la
vulneración de sus derechos humanos. Esta situación de irregularidad
aboca, además, a las mujeres a trabajar en la economía sumergida durante
el tiempo necesario para cumplir el plazo requerido para solicitar el
arraigo, un periodo de tiempo durante el cual se encuentran totalmente
desprotegidas frente a la vulneración de sus derechos y, por tanto, a la
posibilidad de denunciarlo.
Ante esta situación, como plantea la instrucción pastoral Iglesia, Servidora de los pobres, “no podemos callar cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas”.
Junto
al trabajo diario que se realiza a nivel confederal en el
acompañamiento a las trabajadoras de hogar, Cáritas desarrolla también
desde hace años diversas estrategias de sensibilización e incidencia
dirigidas a impulsar la dignificación de este sector, con el objetivo de
promover el reconocimiento social y jurídico de una profesión que es
esencial para el sostenimiento de las familias y de la sociedad, y, en
definitiva, para el sostenimiento de la vida.
Así,
ante las elecciones legislativas que se han celebrado este año, Cáritas
ha elaborado un documento de propuestas políticas para servir a la
transformación de la realidad, con ideas para que las distintas
formaciones políticas puedan articular respuestas cercanas, eficaces y
de calidad a las necesidades de las personas más vulnerables. Entre
estas propuestas destaca la inclusión plena del empleo del hogar en el Régimen General de la Seguridad Social,
a través de la cual Cáritas propone realizar los cambios legislativos
necesarios para que las personas empleadas en este sector alcancen la
plena equiparación de derechos y tengan garantizada una protección
social completa, tal y como establece la Ley General de la Seguridad
Social.
El
RD 1620/2011 de 14 de noviembre por el que se regulaba la relación
laboral de carácter especial del servicio del hogar sólo equiparó en
parte a este colectivo con respecto al resto de personas trabajadoras,
al dejarlo excluido de prestaciones tan importantes como el despido, la
protección por desempleo, la posibilidad de jubilación anticipada o las
prestaciones para personas en situación de desempleo mayores de 52 años.
Este marco legal evidencia una clara discriminación en el
reconocimiento de derechos laborales y protección social de estas
personas respecto al resto de trabajadores y trabajadoras.
Por
tanto, Cáritas insta a establecer las medidas legislativas oportunas
que garanticen de manera plena los derechos y protección social de las
trabajadoras de este sector laboral, que contemplen, también, la
necesidad de introducir mecanismos de control que eviten los abusos y
las habituales situaciones de vulneración de derechos.
Asimismo,
junto a los cambios legales es igualmente necesario acometer dos
cambios más. Por un lado, lograr una distribución justa y digna de los
trabajos de hogar y de cuidados, tanto en el ámbito privado, para que
realmente haya una corresponsabilidad compartida entre los miembros de
la familia, como en el público, ya que dado el alto grado de
envejecimiento de nuestra sociedad, es cada vez más acuciante la
necesidad de que el Estado asuma su responsabilidad en la prestación de
los cuidados y articular sin demora unas políticas públicas que den
respuesta a las necesidades de las personas y de toda la sociedad en
este ámbito. Y por otro, es fundamental dignificar esta profesión y
colocarla en el lugar que le corresponde, dada la importancia que los
trabajos de hogar y de cuidados tienen para el sostenimiento la vida.
En
esta lucha por la dignificación del sector y la defensa del derecho a
un trabajo decente de las trabajadoras del hogar, Cáritas participa de
forma activa en la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, espacio
fundamental de un trabajo en red que tiene como objetivo favorecer
dinámicas de sensibilización, visibilización y denuncia para que el
acceso a un trabajo decente se convierta en una realidad. Para ello,
todas las organizaciones que formamos parte de esta Iniciativa venimos
reivindicando desde el comienzo de nuestra labor pública de incidencia
la necesidad de distribuir de manera justa y digna el empleo, y de
fortalecer la importancia social de todos los trabajos de cuidados, tan
indispensables para la vida humana.