dissabte, 8 de desembre del 2018

Canvi polític a Andalusia

 

Vox y los católicos

Andalucía vivió el domingo una jornada electoral histórica, que puede determinar la llegada a la Junta de un partido diferente al PSOE y propició la aparición de un nuevo actor político, Vox, que defiende algunos postulados de la Iglesia católica –vida, familia, ideología de género…– pero que choca en otros como las migraciones

Lo que sucedió en Andalucía el pasado domingo es, objetivamente, histórico. Por varios motivos. Los dos gramdes partidos que tradicionalmente han acaparado gran parte de los votos cosecharon los peores resultados hasta la fecha; existe la posibilidad de que la Junta de Andalucía cambie de color político por primera vez en casi cuatro décadas, y ha irrumpido en el Parlamento andaluz una nueva fuerza, Vox, situada en el lado derecho del arco político y que ha seducido a casi 400.000 andaluces, no pocos de ellos católicos. Sin duda, ha sido la irrupción del partido político liderado por Santiago Abascal a nivel nacional, lo que ha acaparado la atención mediática.
No pocos medios han tildado al formación verde de «ultra», «ultraderecha», «xenófoba», «euroescéptica»… mientras sus militantes defienden que son un partido que tiene entre sus filas a Ortega Lara, que defiende la unidad de España, la familia o la vida. Lo cierto es que Vox ha puesto en los últimos meses un énfasis especial en la cuestión territorial a raíz del problema secesionista en Cataluña, como también lo ha hecho en materia migratoria, donde ha hablado de «invasión», «deportaciones» o de favorecer fundamentalmente la inmigración que provenga de América Latina. Quizá este último es uno de los puntos de mayor fricción de la formación con la postura de la Iglesia católica, que ha hecho una opción decidida por la hospitalidad y la acogida.
Pero hay otras cuestiones donde las posturas –quizá no se comparten los métodos– son cercanas. Por ejemplo, en materia de aborto, donde la postura de Vox no difiere mucho de la que mantiene la actual dirección del PP: a corto plazo, derogar la ley de plazos y volver a la de 1985. También están en contra de los vientres de alquiler o de la imposición de la ideología de género, batalla en la que la Iglesia parece haberse quedado sola en los últimos años.
Cuando nació, Vox integraba a diversas corrientes procedentes del PP: había gente de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), políticos desencantados, católicos nuevos en política, conservadores, liberales… Un amalgama que, según relata a este semanario un exmilitante de Vox y católico comprometido, saltó por los aires en las elecciones internas de Vox en septiembre de 2014, cuando Abascal se hizo con el control del partido sostenido por Denaes y con el altavoz de Hazte Oír.
Un importante cargo de una diócesis andaluza y sacerdote, que prefiere quedar en el anonimato, ve con «desconfianza» la irrupción de este partido en el sentido de que «es más que evidente que la Iglesia no se puede identificar con ninguna opción política». Y añade: «A nivel de calle sí es cierto que a un grupo de católicos les parece bien la opción de Vox, porque creen que van a defender los intereses de la Iglesia, pero la mayoría sabe que ningún partido cumple el ideario cristiano. En los ámbitos eclesiales no he percibido yo una propaganda abierta de Vox ni a favor de Vox, por lo menos en mi provincia».
Reconoce que ha sido una sorprendente el resultado de este partido y explica que su éxito no solo tiene que ver con el miedo o el rechazo a la inmigración, aunque en algunos lugares como Almería sí haya podido ser determinante: «Me parece que tiene que ver más con el cuestionamiento sistemático de la Transición, de los valores tradicionales y de las instituciones que los partidos de izquierda que apoyan al actual Gobierno socialista promueven. Tienen peso la dictadura de la ideología de género, la negación de un pasado común de España, lo que ha significado la Transición que se quiere dinamitar, y las concesiones a los nacionalismos por parte del gobierno de Pedro Sánchez, sobre todo a los catalanes».
Comparte la sorpresa por la irrupción de Vox un obispo que ve los acontecimientos desde una señera diócesis de la mitad norte de nuestro país. «Me sorprende Vox, pero no el descontento y el hastío del pueblo. Los partidos políticos que han gobernado y gobiernan no han respondido suficientemente a la corrupción ni a las demandas de los ciudadanos. Continúa la crisis en muchos ámbitos de la sociedad española y esto propicia la aparición de supuestos salvadores que en realidad terminan oprimiendo a la persona y conculcando sus derechos con promesas engañosas. Necesitamos líderes honestos que demuestren ser verdaderos servidores públicos; que no excluyen a nadie y trabajan por una convivencia en paz, en solidaridad y en libertad. Me inquieta que irrumpa con fuerza un partido que propone soluciones a los problemas sociales a costa de los más débiles».
Fernando Díaz Abajo es sacerdote de Sevilla y consiliario de la HOAC, aunque habla a título personal: «El problema con Vox estriba en que casi todo el mundo firmaríamos muchas de las propuestas de su programa electoral –en el fondo, esto es el populismo–, igual que nunca firmaríamos otras si se detallaran los instrumentos para conseguirlas, que es lo que posibilita hacer una valoración del fondo y motivaciones de la propuesta». Le critica a este partido, por ejemplo, que lance afirmaciones gruesas sobre los inmigrantes, hablando del efecto llamada cuando «los datos demuestran hace tiempo de manera contundente que no existe ese efecto». «Es un ejemplo de cómo no es cierto lo que dicen de que su prioridad son las personas, pues no parten de sus necesidades. Su planteamiento de la cuestión es muy distante de los del Evangelio y de los principios y criterios de la Doctrina Social de la Iglesia», añade.
En este sentido, cree que la Iglesia de Andalucía «deberá estar atenta a no dejarse embarcar en esta deriva del miedo tan distante de la fe cristiana, y a no dejar de realizar su misión cercana a los pobres, como piedra de toque de su propia credibilidad».
Hasta el momento, la única voz oficial de la Iglesia que ha hecho un análisis de las elecciones ha sido el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que publica este jueves su carta semanal sobre el tema y que ha adelantado a Alfa y Omega. «Me alegro de que esta sociedad andaluza haya sido capaz de dar un vuelco de este calibre, rompiendo una inercia casi imposible de superar. Andalucía se sitúa como pionera de un cambio social que esperamos en la sociedad española», escribe el prelado cordobés, sin mencionar concretamente a ningún partido.
Sí lanza un mensaje al actual Gobierno andaluz, que es a la vez análisis de las causas del resultado electoral: «No se puede estar contradiciendo la sensibilidad de un pueblo religioso y cristiano, un pueblo que pide respeto para sus tradiciones religiosas y está dispuesto a respetar a los demás. No se puede estar atacando la libertad religiosa impunemente, reclamando la propiedad pública de la mezquita-catedral de Córdoba con argucias que no se sostienen ni por parte de los que las montan. […] No se puede trocear España, sin que eso tenga un precio político. No se puede pretender eliminar el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, introduciendo leyes de ingeniería social. No se puede eliminar la vida inocente al inicio o al final de la vida, y esperar que encima les voten. Los andaluces son sensibles a todo esto, y han querido decir en las urnas cuál es el futuro que quieren para ellos y para sus hijos».
Fernández hace también un llamamiento a los partidos que han obtenido la confianza de los electores de modo que «sepan gestionar bien el encargo de quienes los han votado» y les pide que huyan de «protagonismo personal o de partido» para apostar por la cultura del encuentro, del pacto y del consenso. «Sea cual sea la alianza, seguiremos recordándoles la necesidad de atender a los más pobres», concluye, al tiempo que cita alguno de estos colectivos más desfavorecidos: parados, jóvenes, no nacidos, ancianos, inmigrantes y familias.

Fran Otero

Font:Alfa y Omega

Sobre los "chalecos amarillos" en Francia

 Resultat d'imatges de qué piden los chalecos amarillos

Discurso de Jean-Luc Mélenchon en la Asamblea Nacional, 5 de diciembre de 2018 (PARÍS)

Señor primer ministro:
Escuché con atención su discurso y entendí -como creo muchos aquí- una especie de informe de despedida. No es el caso. Esto no es un ataque personal: es una apreciación política. No es el caso. Y prefiero decírselo francamente: felices los días que vivimos pues Francia entró en un estado de insumisión general contra un orden injusto que duró muchísimo tiempo. Aquí están los millones de personas que la vida había invisibilizado, en el hexágono y en la Francia de ultramar. Aquí están los millones de personas, el pueblo que entra en el escenario de la historia de Francia.
Un giño a la historia: ese chaleco amarillo que da visibilidad en la calle y que es parte del uniforme de construcción se convirtió en un tipo de nuevo gorro frigio de los franceses que se liberan de la resignación, del aislamiento, de ese silencio herido que se mantuvo por dignidad. Y para no darse por vencidos. Finalmente, aquí están los reclamos -altos y fuertes- de las pobres vidas reducidas a un infierno por un sistema que solo alienta la codicia, el consumo ostentoso, el egoísmo social y la riqueza de unos en detrimento de todos.
No.¡Francia no es una nueva empresa llevada por un geniecillo! ¡Somos una gran nación educada y politizada, de sesenta y cinco millones de personas que están hartas de ser tratadas como imbéciles!
¿Cómo han podido creer que no los veríamos entregar, a cada una de las cien personas más ricas del país, un millón de euros pensando que los iban a recuperar en las gasolineras, de los bolsillos de aquellos que desde el día 15 del mes no saben cómo van a terminar el mes? ¿Cómo han podido creer que nosotros mismos nos creeríamos, por un instante, que este programa y estas sobrecargas iban destinadas a la transición ecológica mientras que caíamos en la cuenta de que, como es evidente, de la suma de tres mil millones de euros, solo 19% son reservados a las tareas de transición ecológica? ¿Cómo han podido creer que nosotros no encontraríamos la carta que les envió la Comisión Europea para explicar que los impuestos, que ustedes se inventaron, son destinados a compensar el déficit fiscal por sumas distribuidas copiosamente a los ricos? ¿Cómo han podido, de manera tan ofensiva, decir a la gente del común que manejarían menos y contaminarían menos al pagar más caro el combustible? ¿En este loco urbanismo en que vivimos, que mantiene a todos alejados de todo, ustedes quieren agravar la situación cerrando correos, cerrando escuelas y cerrando los servicios públicos? La gente sabe que no puede conducir menos y, en consecuencia, a falta de conducir menos, comerán menos, se cuidarán menos y podrán ocuparse menos de las pequeñas alegrías que conforman la vida de cada uno.
La ecología no tiene nada que ver con sus medidas. La ecología es necesariamente popular. Les falta comprender que no se puede ser, al mismo tiempo, amigo de los ricos y del género humano.Porque los ricos no tienen más que intereses particulares y solo el pueblo lleva sobre sus hombros el interés general. ¿Qué hacen los amigos de ustedes, los ricos, los tres mil millones que les han dado? ¿Los han invertido? ¿Los han distribuido en salarios? ¡No! Lo han puesto todo en especulación.
Aumenten los salarios, aumenten los mínimos sociales y entonces verán ese dinero circular por toda la economía para el bien de todos. Revoquen la sobrecarga de los carburantes y restablezcan el Impôte de Solidarité sur la Fortune (ISF). ¡Ha llegado el momento en que los ricos sean solidarios! Y para el resto, ¡suficiente de oficios manuales!
Una política ecológica es necesariamente global y debe unificar en su perímetro todas las aristas de la economía desde el entrenamiento de los empleados hasta la trasformación profunda de los modos de consumo. Es por eso que la planificación económica es inevitable. Y es por ella que debemos comenzar, mas que por un picadillo de medidas, que no sabemos nunca como encajan las unas con las otras y en qué sentido, para terminar, se darán. La planificación ecológica, para lograr el modelo de civilización que deseamos actualmente, no debe tomar nunca más ventaja sobre la naturaleza de la que ella es capaz de reconstruir. Es lo que llamamos “regla verde”.
Hoy estamos aquí reunidos para votar su declaración. No sabemos bien cual es la votación. Puede ser una confianza ciega la que se nos pide. Esto será rechazado. No creemos que ustedes entiendan una palabra de lo que les diremos. ¿Por qué? Porque nos conocemos. Lo que nosotros digamos y lo que digan los “chalecos amarillos”, en el cuaderno de reclamos presentado, ya lo hemos solicitado aquí y ustedes ya respondieron:
• Nosotros les propusimos gravar el combustible de las compañías aéreas y de los cruceros, lo que recaudaría tanto como el sobrecargo a los carburantes de las personas pobres que no pueden hacer otra cosa que ir en carro. Ustedes lo rechazaron.
• Nosotros les propusimos prohibir el uso de glifosato sobre terrenos. Ustedes nos lo rechazaron.
• Nosotros les propusimos un sistema de impuestos más justo que dividiría en catorce rebanadas lo que hoy se parte en cinco, en su mayoría, sobre la clase media. Ustedes nos lo rechazaron.
• Nosotros les propusimos que las primeras cantidades de gas, de agua y de electricidad fueran gratuitas para el común de las personas que no pueden prescindir de ello, porque no se puede prescindir de ninguno de estos tres elementos que acabo de mencionar. Ustedes nos lo rechazaron.
• Nosotros les propusimos que los más altos salarios de una empresa no fueran superiores veinte veces que el salario más bajo, tal como lo reclama la Confederación Europea de Sindicatos. Ya nos lo han rechazado.
• Nosotros les propusimos gravar las ventas de las casas de más de un millón de euros para financiar la renovación de las viviendas aisladas. Ustedes nos lo rechazaron.
• Nosotros les propusimos aplicar el referéndum de iniciativa popular para proponer una ley, para derogar una ley o para remover funcionarios electos. Ustedes nos lo rechazaron.
Esto es lo que encontrarán en los cuadernos de reclamos. Al igual que la Sexta República, de la que algunos aquí se burlaron en muchas ocasiones, ella surgió de la propia demanda popular. Entiendan que estos son los gritos de una época, los gritos de un momento político. Es la historia de Francia que está aconteciendo. ¡Esto no es solo una molestia en su mandato parlamentario!
Ahora cuentan con apaciguar el fuego que han avivado posponiendo la implementación de sus decisiones al día siguiente de las elecciones europeas. Comprendemos por qué. Ustedes presionan y sueñan con posponer el dolor seis meses. Pero nadie cree en su conversión al pueblo en seis meses. Es más posible que no estén en esa curul la semana próxima. Porque si mandan encarcelar [lit. “embastillan”, aprisionar en la Bastilla] colegiales hoy, no podrán evitar que sean decenas de miles el viernes en las calles. De inmediato, los chóferes, los bomberos y los empleados públicos iniciarían llamadas de huelga que se multiplicarían hora a hora.
Parece que ustedes le piden a la gente razonable quedarse en casa el sábado. Pero ellos igualmente irán a la calle. Vayan a decirle al monarca presidencial que las personas razonables están en las rotondas y en las calles y que no se irán hasta que ustedes se den por vencidos o se vayan. Dense por vencidos o váyanse. ¡Y cuando se vayan, dense por vencidos antes!

Nota: Jean-Luc Mélenchon és un polític francès, diputat europeu i co-president del Partit d'Esquerra. Llicenciat en filosofia, Mélenchon va ser militant socialista a partir de 1977.