IGLESIA COMPROMETIDA POR EL TRABAJO DECENTE
Comunicado de las XXII JORNADAS GENERALES DE PASTORAL OBRERA
Convocados
por el Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal
Española, nos hemos reunido en Ávila, los días 19 y 20 de noviembre,
delegados diocesanos, miembros de los Movimientos Apostólicos Obreros, y
de equipos de Pastoral obrera, para celebrar las XXII Jornadas de
Pastoral Obrera, bajo el lema IGLESIA COMPROMETIDA POR EL TRABAJO
DECENTE, para dialogar, reflexionar, compartir experiencias, y abordar
propuestas pastorales para seguir impulsando la tarea de ser y hacer
visible una Iglesia comprometida por el trabajo decente.
En
línea de continuidad con jornadas anteriores, hemos abordado este año
la reflexión sobre la actual configuración del trabajo, que nos ha
invitado a tomar conciencia de su realidad y hemos propuesto retos
pastorales para la Iglesia española en el mundo del trabajo. Hemos
presentado, igualmente, una propuesta de formación para los equipos de
Pastoral obrera.
Hemos
presentado, también, la iniciativa Iglesia unida por el trabajo
decente, impulsada por un conjunto de organizaciones eclesiales, que ha
hecho surgir una experiencia de trabajo eclesial a través de la cual se
ha puesto de manifiesto la necesidad de seguir apoyando la justa
reclamación y la necesaria consecución de un trabajo decente, en el
sentido que el papa Benedicto XVI ya describió en Cáritas un veritate
63.
Como
Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, seguimos haciendo nuestro el
sufrimiento que la lógica de este sistema genera en las y los
trabajadores y sus familias, a quienes vamos acompañando con
misericordia. Desempleados de larga duración, jóvenes, mujeres,
inmigrantes, trabajadores precarios… conforman el rostro sufriente del
mundo obrero. Nuestro empeño de seguir acompañando con misericordia sus
vidas ha de seguir siendo prioritario. Como dice el papa Francisco, para
contrarrestar la desesperanza, la comunidad cristiana “se mete con
obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias… y
asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo[1]
Es
necesario, al término del año de la Misericordia, seguir uniendo
misericordia y justicia, seguir denunciando la inmoralidad radical, la
inhumanidad profunda con la que se organiza el sistema económico cuando
no está al servicio de las personas, de sus necesidades humanas,
especialmente de los más pobres. Seguimos clamando contra la lógica
inmisericorde de un capitalismo sin entrañas, de un sistema económico
que descarta a las personas y, como recuerda con insistencia el papa
Francisco, priva radicalmente de dignidad a las personas cuando las
priva de su humanidad, impidiéndoles realizar un trabajo decente. Uno de
los graves problemas hoy, es que el empleo precario, sin derechos, mal
pagado, sin que permita salir de la pobreza, se ha convertido en el
empleo normal.
La
economía, y la política, no están al servicio de las personas, y
necesitamos una economía y una política profundamente humanas y
humanizadoras. Reclamarlas, y trabajar para que vayan siendo posibles,
son exigencias de las implicaciones políticas de nuestra fe cristiana.
Hace milenios[2]
la Iglesia y los profetas dijeron lo que tanto escandaliza que repita
el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas.
“Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio se rebelan
contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y
aterroriza a la humanidad.”
Nos
sentimos nuevamente convocados a ser Iglesia comprometida por el
trabajo decente, al servicio de nuestras hermanas y hermanos, de su
intrínseca dignidad de hijos e hijas de Dios, que nos urge a trabajar
con misericordia, por la justicia.
Seguimos
invitando a todas las instancias eclesiales a sentirse convocadas a un
empeño continuo en favor del trabajo decente, y seguimos reclamando de
los poderes públicos un empeño sincero por ir generando condiciones
objetivas que lo hagan posible, poniendo en el centro de sus políticas
económicas la prioridad del servicio a las personas, no al capital.
Nuestra
esperanza en Jesucristo, Misericordia de Dios, nos sigue impulsando a
una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor del mundo obrero, y
en especial de los que más sufren.[3]
Ávila, 20 de noviembre de 2016.
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[1] EG 24
[2] Francisco. discurso en el III Encuentro de Movimientos Populares, 5 nov 2016
[3] ídem
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