¿Malos salarios y buena economía?
Antón Costas (catedrático de Política Económica)
15/09/2016 El Periódico
Debemos alegrarnos de que los salarios continúen cayendo? Si nos centramos solo en los efectos sobre la competitividad de costes a corto plazo de las empresas, la respuesta sería que sí. Pero los salarios tienen otras funciones importantes, tanto para el buen funcionamiento de la economía y las empresas como para la existencia de una sociedad decente. Si las tenemos en cuenta, no está claro que sea una buena noticia. Al contrario, una economía de bajos salarios no construye una buena economía ni una sociedad justa y armoniosa. Pero antes veamos los datos.
La encuesta de costes laborales por hora trabajada del segundo trimestre que acaba de publicar el INE confirma lo que ya había mostrado la del primer trimestre. Teniendo en cuenta el efecto calendario para hacerlos comparables con los del mismo trimestre del año 2015, los salarios siguen estancados, con un crecimiento medio de solo un 0,2%.
En algunos sectores están creciendo por encima de la media. Es el caso de las industrias extractivas, las actividades inmobiliarias y las profesionales. Pero, por contra, hay otros sectores importantes, como son la enseñanza, la construcción, la hostelería y el comercio, cuyos salarios siguen cayendo, entre un -0,6% en la enseñanza y el -1,4% en la hostelería. Por sí solos, en términos de empleo, estos cuatro sectores representan un poco más de un tercio del total de la economía. Son además los sectores donde más empleo se crea, pero con salarios cada vez más bajos y peores condiciones laborales.
Volvamos ahora a la cuestión inicial. ¿Es buena para la economía la continuidad de esta caída de salarios? La respuesta exige analizar el efecto sobre cuatro aspectos: la competitividad empresarial, la recuperación económica, las condiciones de vida y la productividad. Veámoslos.
Competitividad y salarios. En una visión cortoplacista, la caída de los salarios hace sostenibles muchas actividades económicas que de otra forma verían comprometida su pervivencia. Se trata fundamentalmente de empresas de escasa dimensión que viven del mercado interior. Su capacidad para basar su competitividad en la mejora de la productividad es escasa. De ahí que la legislación laboral tienda a ser laxa para favorecerla por la vía de los salarios. Pero el riesgo de la legislación laboral permisiva es que acabe siendo como una droga que estimule el crecimiento de actividades de baja productividad con salarios y condiciones laborales propias del siglo XIX.
Por el contrario, el buen comportamiento exportador que muestra la balanza comercial española no está basado en los bajos salarios, sino en empresas que por su tamaño medio-alto pueden apoyar su competitividad en las mejoras de productividad, en la innovación de sus productos y en la búsqueda de nuevos mercados. Esta es la buena competitividad.
Recuperación económica y salarios. La macroeconomía se basa en un principio muy sencillo: lo que tú gastas es lo que yo ingreso; y lo que yo gasto es lo que tú ingresas. El gasto de las familias es determinante para la recuperación económica. Lo estamos viendo en España. El consumo es el principal motor. Si los salarios se deprimen, el gasto de las familias cae y la economía vuelve a la recesión. Esta dimensión macro de los salarios con frecuencia no es tenida en cuenta.
Nueva pobreza y salarios. Los salarios son la única fuente de ingresos de la mayor parte de los hogares. Empleos con bajos salarios no permiten llevar una vida digna a muchas personas hoy en España. De hecho, estamos viendo la aparición de una nueva forma de pobreza: la de las personas que tienen un empleo cuyos salarios y condiciones laborales no les permiten subsistir dignamente. Bien definida, la competitividad es la capacidad de un país para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Productividad y salarios. Es un error pensar que bajos salarios pueden hacer que los trabajadores sean más productivos. Si fuese así, la esclavitud sería el mejor sistema de relaciones laborales. Por el contrario, los bajos salarios aumentan la rotación de los trabajadores; y la mayor rotación deteriora la productividad, la competitividad y los beneficios a largo plazo. Esto es algo que comienzan a ver muchas empresas, tanto en otros países como también en España.
La conclusión lógica y racional es que los malos salarios no hacen una buena economía. De ahí que tengan mucho sentido las iniciativas que están surgiendo en favor de salarios dignos y del aumento del salario mínimo. Pero sobre esto hablaremos en otra ocasión.
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