"Antiguamente había sanción social. Y dicen que
la gente que llegaba a un casino tenía tanto sentido de su nobleza que, si
llegaba un asesino o un ladrón, aunque aparentemente fuera un gran señor, no se
le daba la mano, porque al estrechar la mano es señal de que estamos de acuerdo
plenamente. Ojalá resurgiera ese sentido noble de la sanción social y
reclamáramos a aquellos que no están de acuerdo con los proyectos de Dios,
respetarles su modo de pensar, pero saber que no está construyendo la verdadera
paz" (1977)
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