ÉBOLA, EL GRITO DE ÁFRICA
Escrito por
Padre Ángel García
Más que una serpiente de verano, la epidemia de Ébola que se extiende
por África Occidental se ha convertido en una alarma para el otro
Occidente, el rico , el civilizado, el que cree que con su ciencia y sus
medios económicos, lo puede todo: como Dios.
Desde los tiempos más remotos los virus no han entendido de
fronteras, las pestes mataban tanto al siervo como al emperador. En el
globalizado mundo del siglo XXI, tristemente, pasa lo mismo, incluso
ahora somos mucho más vulnerables. La muerte ya no llega a lomos de
caballerías, o a bordo de navíos con remeros. Ahora puede viajar en
avión.
Mientras la enfermedad afectaba a habitantes de aldeas perdidas de la
selva africana apenas era noticia. Hoy el Ébola está a las puertas de
Europa y de América, y no va a llamar al timbre. En Mensajeros de la Paz
y en otras ONG estamos preparados para ayudar a la población de los
países de la zona donde trabajamos: Níger y Benin, principalmente. Pero,
¿y España?, ¿y la Unión Europea?, ¿están preparadas?
La alarma ha saltado y hay –por qué no decirlo- miedo entre la
población. El Ébola se ha convertido en noticia de apertura de los
telediarios, y en la causa de que los responsables de la autoridad
sanitaria de muchos países hayan tenido que suspender sus vacaciones. No
debe de extrañarnos.
Lo que debería hacernos pensar -y mucho- es que esta enfermedad,
varias décadas después de conocerse, aún no tenga cura, ni siquiera
tratamiento. Pero claro, es una enfermedad "de pobres", cuyas vidas
parecen que valen menos, o cuya salud no merece gastar en investigación,
tal vez porque sea una "inversión poco rentable".
Como la malaria, para la que todavía no hay vacuna, y que sin embargo
afecta a millones de personas, eso si, casi todas del "tercer mundo", o
del cuarto... Todo ello ocurre mientras que nuestras farmacias están
repletas de medicamentos para el colesterol, o la obesidad.Para nuestras
enfermedades "de ricos" sí hay tratamientos, sí hay I+D.
Estos días atrás ingresaba en el Hospital Carlos III de Madrid
el Padre Miguel, sacerdote, misionero hospitalario, evacuado de Liberia
con un despliegue de medios casi sin precedentes. Se merece eso y más.
Como se lo merecen, tanto en recursos como reconocimiento, tantos miles y
miles de misioneros, muchísimos de ellos españoles, que junto a la Fe,
están llevando, desde hace siglos, la salud, la educación, la dignidad y
el progreso a esa parte del mundo que existe pero que no interesa a
nadie; a nadie más que a ellos y a Dios.
Jesús dio de comer y de beber, curó a los enfermos, resucitó a los
muertos... luego al final, dio la Comunión. El trabajo silencioso y casi
invisible de los misioneros es modelo para los cooperantes y ONG de
todo el mundo, de todos los credos, y hasta para los ateos. En esola
Iglesia ha sido pionera y sigue siendo campeona. La dedicación de tantos
sacerdotes, frailes, monjas, y laicos a los olvidados es el Triunfo más
hermoso de la Fe.
Es la victoria, el testimonio, pero también es el grito. El grito de
nuestros hermanos pobres que 2.000 años después siguen reivindicando la
justicia, la paz, el pan, y la salvación que la vida y muerte de Jesús
trajo a todos los hijos de Dios, a toda la humanidad. Para ello dio su
vida, como ha dedicado la suya el Padre Miguel. Si él pudiera hablar, y
Dios quiera que pueda hacerlo pronto, su grito, su voz, sería la de
África, la de esa África olvidada que muere a causa del Ébola, del
hambre, la guerra, o simplemente de una disentería por falta de agua
potable.
Padre Ángel
presidente de Mensajeros de la Paz
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